Literatura al mejor postor

Hace años que vengo dándome cuenta que la poesía que, es el género minoritario por antonomasia, está a la venta al mejor postor. Mercachifles, pelotas y falsedad existen en casi todas las disciplinas del arte. Pero paremos a pensar un poco. No es malo ni tengo nada en contra de quien cobra sus regalías. Es su trabajo y tiene que cobrar por ello. Lo que estoy en contra de la venta al mejor postor y normalmente son gente bien relacionada, o sea, con muchas amistades dentro del mundillo de la poesía. Y si encima utilizas un título sugerente ante la antimasculinidad mejor. Porque el feminismo de pacotilla vende. Es lo que llaman como género literario Chick-Lit. No me considero machista, pero una cosa está clara, la literatura siempre ha sido más de lectoras mujeres que de lectores hombres. Han estado relegadas al ostracismo durante siglos. Y a partir de Carmen Laforet con su obra Nada en adelante, pasando por Ana María Matute, Carmen Martin Gaite y Esther Tusquets, han despertado de su letargo a finales del siglo XX, al menos en España. Si hablamos de los Estados Unidos Sylvia Plath, y otras tantas escritoras, como también en Sudamérica con Alfonsina Storni, Gabriela Mistral, Juana Bignozzi (aunque ésta sea exiliada española), y otras tantas más, pero no es eso lo que quiero criticar. Incluso comprendo que escritores hombres recurran a personajes femeninos. Pero si es cierto que si quieren igualdad que no sean antimasculinas. Esto de la poesía no es un mercado donde competir. Hay escritores y escritoras para todos los gustos. Pero señoras y señoritas, tengan respeto con la reivindicación de la igualdad y no traten al escritor hombre como el gran lobo feroz de la poesía contemporánea, la narrativa en esta época, o de cualquier género que se haya puesto de moda en la corriente literaria. Reivindicadoras de la feminidad es importante que haya. Incluso existen mejores escritoras mujeres que escritores hombres. Pero esto no es una carrera mercantil. Esto es un deber como el escritor o escritora olvidado en los anaqueles de la memoria. No estamos hechos para perdurar. Puede que de aquí a seiscientos años nadie recuerde a Cervantes ni a Shakespeare. Es posible. Pero Emily Dickinson, Virginia Woolf o Simone de Beauvoir tal vez tampoco sean recordadas. La gloria pasa, como pasa la vida. Además la ambición literaria no es de lo que pretendo hacer crítica, es algo que casi cualquier escritor tiene que tener cierto entusiasmo. Lo hago por el simple hecho de llevar una de las disciplinas artísticas más nobles que ha creado el ser humano a un mercantilismo cutre, casposo y hortera. Pero como me dijo un editor malo, esto es un negocio, y verdaderamente es así la cosa. Ahora el altruismo ha pasado de ser algo que hace dar carcajadas a los malvados y se han convertido en mercachifles. Cierto es que esto es un mundillo de canallas y pelotas que con un título sugerente normalmente se encuentran con algo que no esperaban. Se decepcionan después.

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