
La melancolía es tristeza que no se sabe de donde proviene pero es tristeza e insatisfacción. La melancolía de mis días es reencontrarme en un punto de no retorno. ¿Quizá necesite un psicoanalista lacaniano o freudiano? Tengo una depresión que me lleva en hombros como San Cristóbal llevando un niño sobre los hombros. Necesito a alguien que me guíe en las aguas del río turbulento. Dicen que un día sin reír es un día perdido. Yo necesito reír, salir a divertirme, y volver sin hacer ruido. La maravilla de la existencia es que la vida lleva a lugares remotos con la imaginación y las lecturas. No me gusta escribir por escribir, pero pronto tendré novedades que contar. Ahora no puedo anticiparme, ya que yo ni sé. Pero me esperan motivos alegres. O quizá no, el destino es incierto. Pero aunque con melancolía o sin ella siento ilusión a ratos, otras me levanto, me preparo un buen café, y sigo caminando. En el número de septiembre voy a publicar un relato breve. A mi amigo y camarada le ha gustado. Así que en esas andamos. La vida es una ilusión con vestigios de melancolía. Me siento bien, eso es todo. Pero tengo altibajos. La melancolía es como días nublados.