
No encuentro ninguna razón de peso por la que deba seguir escribiendo. No creo en la crisis del folio en blanco. Sin embargo, he repetido tanto y he reiterado tanto sobre el tema que escribo, que ya me aburre. No encuentro el fogonazo ese que te hace gozar mientras escribes. Para mí no tiene sentido seguir con esta labor terapéutica. Aunque yo no la conciba como algo al que deba dedicarle tres o cuatro horas al día, para mí no tiene significado redundar y redundar cuando ningún libro puede cambiar a la humanidad, aunque sí creo que éste pueda ser un revulsivo para alguna persona en particular. El mundo es demasiado pequeño pero a la vez inmenso desde nuestra perspectiva de seres humanos. Escribir poesía a veces me causa vergüenza ajena. Hay poesía que se comparte que no me dice nada, puede que para otros yo sea superficial. La poesía es algo muy difícil de realizar coherentemente. A veces no sabes si escribes para que te lean o para ti mismo. Yo no puedo leer un poema mío más de dos veces porque me causa cierto dolor, y me parece vanidoso y carente de pureza literaria. Yo escribo sobre la contracorriente del mundo. No pretendo polemizar, pero sí ando por caminos que para el estereotipo de “persona normal” no guarda ningún interés. Ahora voy a publicar otro libro, y ahora sí dejaré de escribir durante un largo tiempo. Estoy dejando de creer en lo que escribo. Sólo interesa a una minoría que muchas veces no está por la labor. Incluso ni leen. Porque lo que quiere la gente es arrimar el ascua hacia su propia sardina. Y es lógico. Lo que llaman como poesía buena es tan trivial y tan anodina que produce náuseas. Es comprensible, lo ven un tabú lo que yo escribo. Un tabú gritado a los cuatro vientos. Solamente hay un público minoritario, y la gran mayoría se sienten mal cuando te escuchan recitar, aunque yo no recito nada. El caso es que prefiero escribir para un ciego antes que para trescientos mudos. Aunque muy pocas veces callan. Prefiero agradar a quien comprenda de verdad lo que escribo. Tengo un amigo que me anima a escribir poesía rimada. Mi criterio es, que no tiene lectores. En cuanto ven un verso rimado algunos son acertados, pero repito, el tema que yo suelo tocar es tabú. Dicen que hablar del tabú es de mal agüero. Es posible.