Cerca de la gran verdad

Vivir cerca de la gran verdad es un paisaje por mí descubierto hace muchos años, pero no imaginaba que tenía este río más caudales. Somos lo que aprendemos y para eso hay que caminar, caminar despacio, sin prisas. Con la prisa vegetal de tu naturaleza de asfalto y cemento. La gran verdad no se esconde, se encuentra. Tú la encuentras a ella y ella no te espera, sigue su senda como una piedra en mitad de la carretera. La gran verdad, al principio, sorprende. Pero conforme vas andando a paso lento todo recobra sentido. Una de las cosas que he aprendido es a tener empatía. Tener conmiseración. Es el punto de encuentro donde la verdad parece que se vista de mentiras, pero es tan verdadera que ésta te dará lugar a verla siempre desnuda. Es más, la verdad camina desnuda y sin ninguna vergüenza. Pues es tan fuerte como el acero inoxidable. Así debe ser la poesía. La poesía debe contener la maravilla de la verdad desnuda, sin miedo, con valentía. Una verdad dice más cosas que mil mentiras. Sobre la gran verdad no me corresponde a mí hablar de ella. Ella habla de sí misma. Una mentira tiene un aliciente que no tiene una verdad. La verdad sólo tiene un camino. Sin embargo, el enemigo que destapa una mentira es el olvido y la contradicción. Nada sabe mejor que una verdad dicha con el corazón en la mano. Muchos periodistas de ahora tendrían que olvidarse de egolatrías y ampliar su zona de pudor y rigor. Tanto en la forma como en el contenido. Las Fake News son una excusa para políticos ineptos y periodistas que les siguen la comparsa. Todo es como un carnaval o un baile de máscaras. Ponte una máscara y te reconocerán por lo que ocultas. La mentira se oculta, se disfraza con máscaras y ficción debilucha. Cuando mentimos estando la mentira vestida con las ropas de la apariencia no vemos el momento oportuno, y todo aquel que se avergüenza de decir una mentira, será un amante de la realidad, la que cada uno lleva impregnada en su impronta. Cuando ya has visto todos los títeres la mentira que oyes causa vergüenza ajena. O propia. La verdad, la gran verdad del mundo duerme en las entrañas de la Tierra. No existe mejor camino que la verdad, y a muchos les asusta ser inconscientes.

Una injusta opinión

Dicen algunos que Borges opinó que Federico García Lorca en su visita a Buenos Aires, era un andaluz profesional. Eso da a lugar para entender de que Federico no fingía ser andaluz. Hablar como hablan los andaluces no sólo es enriquecer o romper el idioma, con jerga o dejos singulares de la Andalucía, que no por esa razón deja de ser culta. La opinión de Borges no sólo quedó ahí. También dijo que era un poeta menor. A mi parecer es síntoma de envidia e inquina, como también de ignorancia. El hecho de que García Lorca hablase con su acento granadino, no es por fingir, o una pose frente al público. El hecho es que Lorca era auténtico. Ser auténtico y no sesear lleva a que la gente piense que es una sobreactuación, y es solamente la auténtica manera de hablar de los andaluces, aunque en las ocho provincias haya en cada una de ellas un acento diferente. No es el mismo andaluz el de Almería que el acento de Sevilla. Yo no puedo decir que Borges era un poeta menor, tampoco un escritor menor, pero creo que se caracterizaba por su falsa humildad y su egolatría modesta. Ni tanto ni tan poco. El hecho de ser andaluz es hablar otro tipo de idioma sin nacionalismos ni patrias putas. Los andaluces han sido los olvidados de España entre guerras y posguerras. Ahora viven mejor los andaluces que los catalanes incluso. Ya que en Catalunya estamos todos en apartamentos y pisos, debido a la especulación. Muchos pueblos de Andalucía han donado sus ayuntamientos el terreno y los propios dueños se han hecho una maravilla de casas. No es que reniegue de catalanidad, además soy charnego. Eso me hace libre de pertenecer a un trozo de terruño.