Un poeta valiente de Sabadell (A mi amigo Juan Sabat Reyes)

Hubo una vez un poeta en Sabadell valiente y entregado al pueblo. Su nombre era Miguel Núñez Pedregosa. Su poesía era arriesgada, aunque sencilla, tenía poemas muy buenos. Entre los años 60 y 70, después en plena transición se atrevió a defender la justicia, a luchar contra la ignominia franquista. Este poeta está ahora olvidado, pero en aquellos años arriesgó su Libertad por el bienestar de Sabadell. No podré olvidar entre mis lecturas pasadas sus versos sensibles y sencillos. Escribía con humildad. Siempre a favor del proletariado. De lo más débil de la sociedad. Su poemario lo define, Por tu pan y libertad (1977) y en su tiempo fue como su tocayo pastor y poeta consagrado Miguel Hernández. Era un poeta comprometido con Sabadell, por aquel entonces había necesidad. Es alguien que merece ser nombrado y recordado, pues arriesgó hasta su vida por el obrero y los tiempos de libertad en años grises. Participó en manifestaciones en las que en la Iglesia de Can Oriac se refugiaban de los policías antidisturbios. Eran tiempos de cambio en toda España y aquí le hago este homenaje porque después de un poeta siempre encuentras otro. Poetas con cojones.

Mala Vida

Mala vida, malos tiempos y aquí siempre sufren los mismos. Los pobres desgraciados que pusieron interés en la humanidad y ahora son juguetes rotos repletos de mala leche por necedad. Tener, no tengo una vida plenamente satisfactoria. ¿Tendrá la culpa alguien? Entre todos la mataron y ella sola se murió. Si me pongo a repasar mi vida, salvo una docena de amigos, lo demás todo ha sido escoria. No puedo decir otra cosa. Solo pido vivir en paz, no quiero guerras, ni problemas. Pero una cosa tengo que decir. —Las cosas no han venido porque yo no lo he querido, al contrario, he ido yo en su busca. Me culparé millones de veces por ello. Nada me puede ofrecer la humanidad, solamente tormento y disgusto. Yo no deseo mal a nadie, pero que nadie me pise el sacrificio como un monigote de pega colgado el día de los inocentes. Yo no me meto con nadie. No quiero salir afuera, deben entrar dentro de mí, aunque sea un abismo que me mire de frente a mí. Soy pacífico, no me interesa la vida de los demás, yo no le quito nada a nadie, pero no permito que nadie me quite nada. Es muy fácil apedrear al solitario. Tan facil que resulta repugnante tanta tiranía. Yo (repito) quiero vivir tranquilo. Mientras yo tenga paz mis semejantes también la tendrán. Cuando yo tenía un sol enorme en el corazón nadie me pisaba las entrañas, ¿por qué sí ahora? Sí he cambiado es porque yo no pretendo hacer daño a nadie. Déjenme vivir mi vida y ustedes vivan la suya, que el mundo da muchas vueltas. Y no para jamás. Esta mala vida que ahora vivo es pasajera, al menos yo tengo esa esperanza. Diré para terminar una frase de una película: —A Dios pongo por testigo que nunca más pasaré hambre.