La envidia nunca es sana

En este mundo literario hay muchas envidias. Algunos se atreven a decir que sienten Envidia Sana. Nada más lejos de la realidad. La envidia nunca es sana. Puede ser en mayor o en menor grado, pero no voy a hablar de nadie. Hablaré de mí mismo, desde mi perspectiva. Están las editoriales importantes, las editoriales buenas, y las editoriales pequeñas. Pero ahora están floreciendo las editoriales que cobran para publicarte. Algunas ni se leen el manuscrito y aceptan sin previsión; estas, además de ser malas, van a ganar dinero. Son empresas. Pero ese no es el tema que quiero aclarar. La cosa es que en el tema de las regalías las buenas pagan, aunque te cobren por publicar, pero después están las que con un hermetismo comprensible te dicen que no vendes y además te cobran por publicar. Yo, no es que sienta Envidia Sana de los que están en editoriales serias, que ni cobran y te pagan las regalías religiosamente. Yo por esas editoriales y la élite de escritores o poetas publicados cobran regalías generosas sí tengo ahí envidia. Yo he decidido publicar pagando. Pero en una editorial sería. Mi poesía no se vende o porque es muy mala o porque no encaja en el arquetipo editorial. Está feo que yo lo diga, pero sí siento envidia. Yo consumo literatura y quisiera que consumieran la mía. Puede que no sea lo mala que las editoriales serias te ponen la excusa de que no encajas, y es verdad, no encajas. Pero es porque lo que escribo es consuelo de nadies. Eso sin contar el nepotismo cutre que tienen muchas editoriales. Mi poesía se lee por el editor antes de ser publicada. No será tan mala mi poesía que —aunque pagando— me publican mis libros.

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