Abril

Yo nací en Abril y sé, por demás yo sé, que las cigüeñas no vienen de Paris, mucho menos de Berlín, tampoco de Madrid. Poco importan las cigüeñas si lo que interesa es la sagrada matriz. La matriz que nos alienta a vivir y donde parte la raíz desde el ombligo de una madre al parir. Yo necesitaba mi Abril, en la víspera de Walpurgis yo nací, siempre fui niño y adolescente feliz. A los pecados de la vida sucumbí, entre los perdones del señor yo me hice hombre y crecí entre flor del almendro, azahar del naranjo, y del olivo raíz. Guardo el sabor de regaliz allí en mi infancia, como un recuerdo que me hace revivir y recordar donde y para qué nací. Me gusta el día ocho, también el catorce, me atrae el veintisiete, siempre, y digo siempre, en Abril. Lloro la oscuridad horrible de Abu Ghraib. Muero aunque quisiera reír. Pues a la vez que recuerdo los silencios de la flor de Lis, el aroma del jazmín, la hojarasca del otoño, el perejil y el ají, pienso en lugares donde yo quisiera existir. Quiero volver por un segundo allí donde nací. Y ver brotar el diverso tapiz, con pavos reales, guacamayos, chamarines, un colorín y una perdiz. Y olvidar el día gris que yo te vi partir. Quisiera, otra vez quisiera, para siempre nacer en Abril. Y no pensar en una infancia en la que fui feliz. Mi tesoro es la flor de Abril, sarmiento que fecunda en el huerto de mi padre Fermin, en una senda donde florece el jardín, entre regazo y termómetro, de este lapso total y febril. Abril, Abril, siempre Abril, donde nacen las pasiones, los colores, intenso Abril. Donde Sevilla es verdadera, donde la paz es duradera, así es Abril.

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