Ceguera

No quiero quedarme ciego porque ya soy lo suficiente ciego para no ver lo que miran tus ojos. No ser más ciego. Ni siquiera lo necesario. Ser ciego es no ver, es no ver lo que la vida muestra. Quiero hacer un brindis por lo evidente. Por la claridad en lo oscuro. Quisiera verte como el que ve todas las cosas asidas por la vida alucinante. Quisiera no ser ciego, pues mi ceguera empieza por las cosas que tú ves. Ser ciego como Borges, oh, no. Qué desgracia. Por los libros que me quedan por leer, por descubrir, por degustar. Quisiera ser tus ojos que te guían y no guiarme palpando paredes, sorteando bordillos, sin poder mirar como se debe mirar. Quisiera ver la velocidad del mundo. Leerme, leerte, cantarte al oído y que me escuches con los ojos del corazón. Poder mirarte y ver lo que es preciso ver. Sentir lo que es sentido. Quisiera no ser más ciego de lo que ya soy. La ceguera son tigres y son amarillas flores abiertas. Quisiera mirarte para verte como todos aquellos que te ven. Nunca he visto el mundo por dentro. Siempre lo he visto de manera superficial. No suelo ir a las revisiones de retinología. Si me quedara ciego me vería cegueramente apartado del mundo. Quisiera verte día y noche. Quiero verte por razones obvias. No sería feliz porque un bastón es dar palos de ciego. Mi ceguera es la tuya abarcándolo todo. Es un momento de ceguera no ver esas cosas que te están mirando. Es ceguera no poder ver la belleza. La raíz de los corazones. La palabra escrita. La evidente manera de observar lo que vale la pena ver. Poder ver es un milagro. Tener la certeza de poder ver aquello que nos está mirando.

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