Encajar los golpes

Hace poco mandé a una editorial de poesía un poemario. Su contestación fue la siguiente: —Lo sentimos pero su poesía no encaja en nuestro catálogo. Y yo me pregunto: —No encaja mi poesía ni encaja mi manera de pensar ni encajo yo. No voy de víctima pero gracias a que he abierto los ojos no necesito encajar en ningún catálogo de poetas ditirambos y poetas feministas. Puedo encajar los golpes. Estoy acostumbrado a las negativas editoriales. Hay poemarios buenos que son publicados por ganar un premio, pero también está el nepotismo rastrero. Yo no encajo en los catálogos poéticos, tampoco encaja lo que digo, y en definitiva, no encajo yo en ninguna parte. Maldito serás en las calles, maldito serás cuando entres y maldito serás cuando salgas. Malditas serán tus rimas y malditos serán tus actos de buena fe. Mañana es Sant Jordi, y tampoco encajo en las casetas para vender libros. Soy un poeta, malo o peor, pero lo que no soy es un mercachifle. Yo encajo los golpes. Asimilo el poco riesgo de las editoriales. Pero desde un tiempo en adelante, cuando pase toda esta mierda de Sant Jordi yo seguiré sin encajar. Ahora no encajo, pero quizá en otros lugares sí encaje como una pieza de puzzle. No tengo muchos amigos escritores, sólo uno, me basta con él, y también está Juliana, que es muy buena chica. Pero lo que me disgusta es el poco valor que tiene lo que escribo y después se publique bajo el gran nepotismo de colegueo y chovinismo cutre. Algún día encajaré en algún lugar del mundo, el mundo es un grano en el espacio, pero hay lectores que siguen tus textos, está el tiempo que pone a muchos en su sitio. Y el azar es un fantástico ordenador.