Sobredosis de optimismo

El mundo está a tiempo de solucionar problemas ecológicos, económicos y politicos. Pero qué es la sustancia con la cual se nutre nuestro tedio y cansancio. El día a día es una lucha sin tregua. Cada día se abre un frente nuevo. Pero pienso, sinceramente, que a pesar de nuestros pesares el hombre puede empezar a tener humanidad, conmiseración con los demás, y como creen los budistas, compasión. La compasión es un medio muy sugestivo de afrontar la vida sin culpas ni regomellos. Dormir tranquilo, con la seguridad de que no le has hecho daño a nadie. Tratar de convivir en armonía, y lo más importante, vivir en paz. Los problemas económicos se pueden solventar, pero perder un día sin el amor, el amor De Dios, el amor al prójimo, a tus hermanos, a tus padres, a la familia. Tener familia hoy en día es un lujo que compartimos con mucho agrado, ya que en un futuro no sabemos cómo vamos a terminar. Puede que cuando falten los progenitores se acabe la familia. La vida cambia, da giros bruscos, los cambios de la vida son impredecibles, da muchas vueltas la tierra. No quiero ir de hippie de tres al cuarto, con el rollo ese de seamos amor, con el tema de lo que nos separa y nos asemeja. No pienso hablar ahora de nada lamentable. Las cosas se pueden poner difíciles, pero siempre hay un roto para un descosido. Podemos creer en estos días religiosos que la vida no es rezar y ya se acabaron los dolores. La vida lo que sí nos asegura es que casi todos acabamos mal. Pero la vida tiene que ser una aventura interesante. No hay que perder la apetencia por vivir. Mejor vivir que lamentar. Temer la vida es simplemente prudencia.

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