
Negativas de todas las editoriales. Tu poesía no encaja en nuestro catálogo. Escucho hablar del cuervo, que dicen que tiene su nido repleto de oropeles y brillos que divisa. Dicen que lo hace para encontrar su nido desde el cielo. Pero yo no creo en eso. Yo creo que le apasiona todo lo que brilla porque sostiene una luz en el reflejo rutilante del sol. Negativas de todas las editoriales. Indirectas sobre todo lo que escribo. Pero tengo una voz en mis blogs. Cada día entrego una alegría nueva. Como los músicos de la Barcelona Gipsy Balkan orchestra. Orquesta que cada mañana monta su espectáculo en funerales y en las grises calles de la vieja Europa. Como los alejados del mundo de los vivos. Yo también soy muy vivo, me río de la conmiseración hacia mí. Aunque sea un solitario. La vida es tan efímera que al doblar la esquina te encuentras con lo que no esperabas y te condenan al ostracismo aquellos que lo que esperan de ti es la experiencia de otro que llegó antes que tú. Flores negras y pumas azabaches como el oscuro final de la gangrena. Yo no quiero ser poeta que ve oropeles y brillos desde las alturas. Yo no quiero ser poeta. Es muy difícil. Y todos quieren tener la palabra exclusiva y la última sentencia. Yo no quiero sentenciar nada, te juzgan sin ellos ser juzgados, como juez que juzga tanta inmundicia. Negativas que cosecho después de haber sembrado todo lo que he podido y mucho más. El mejor dinero que gané en la literatura lo invertí en libros. El mal dinero que gané en la vida, no lo disfruté. Por eso digo que ser hampón no compensa, ni el crimen, ni el libertinaje, ni la voz retumbante de una tuba. Pero ser escritor es una tarea elitista y no todos tienen el beneplácito de otorgarte una concesión o un elogio que te haga el boca a boca y te devuelva el oxígeno perdido en el sacrificio que llevan a cabo los poetas condenados al ostracismo. La sangre, la del poeta, es un coágulo entre la caligrafía del doctor y la costra que se cierra con el tiempo. Por eso digo, el mejor dinero que ganes que sea cosecha de lo que sembraste. Y nunca la siembra que no cosecharás nunca. Así es esta cosa que llaman literatura, poesía o la voz de la palabra. A veces es mejor permanecer callado.