Soledad, qué bien suena tu nombre

Te llamaban Soledad aunque siempre estuvieras rodeada de gente. Y en realidad sufrías en soledad, esa soledad que te rememoraba el amor de un hombre corriente. Hay filósofos como Nietzsche o Cioran que reivindican la soledad como un paraíso y se equivocan, hay que leer las biografías de ambos y comprobar cómo acabaron. Aunque fuesen inteligentes. Por eso creo que ahora está tan en boga el estoicismo. Una de las cosas más bellas de la vida es la amistad. Pero aunque no todos podamos afrontarla como nos gustaría, tener un amigo, o varios amigos, es una dicha. Yo tengo buenos amigos. Tanto de la adolescencia y como en edad adulta. Pero mi soledad no es como la de Cioran o Nietzsche. Mi soledad es cuestión de tratar de no molestar, no me gusta dar la brasa, pero lo más grande en la vida es dar la vida por un amigo. O si no dar la vida al menos ayudarlo con una nueva alegría. Con tu alegría. Y no complicarse la vida. La vida es vida en momentos varios. Por ejemplo, cuando te ríes rememorando con tus amigos. Yo tengo amigos que no olvidaré. Y todo porque cuando yo era custodio del sol, de mi enorme sol, ellos siempre estuvieron para mí. Incluso tuve muchos amigos. Ni un solo verso vale más que un buen amigo. Daría muchos versos a cambio de buenos amigos. Dar, siempre dar, y rodar como piedra que no cría moho. Que es otra manera de estar vivo. Una amistad es para siempre si estás a la altura de ser verdaderamente un amigo, aunque yo tenga mis puntos flacos, mis debilidades, mis ideas equivocadas. Las personas necesitamos compañía. Buenos amigos, beber (o no) y comer bien (siempre). Es un derecho que deberíamos aplicarnos unos más que otros. Por ejemplo yo mismo.