¿Sirve para algo la poesía?

Esa pregunta me la hago todos los días. ¿Sirve para algo la poesía? Yo me encuentro en el lugar de la poesía mala. Considero que no merece la pena tanta impostura, tanto exponerse, tanto exhibicionismo. Al final tú eres la única víctima del escarnio. Del oprobio redundante en el que sueles caer constantemente. ¿A quién cura la poesía buena? Ya no hablamos de la mala. Pero yo creo que escribir es algo serio. A veces caes en un ridículo espantoso. O pecas de cursilería o padeces de egocentrismo, otras te haces la víctima y otras es para avergonzarse. La poesía es un material altamente corrosivo y al mismo tiempo tan duro como el acero. La lenta combustión de un poema no equipara tanto esfuerzo derramado. Debo dejar de escribir. Mantenerme solamente como lector expectante. Seguir a algún poeta de culto, poetas buenos. No como yo. Un poeta bueno es aquel que mantiene un diálogo coherente con cualquier tipo de lector. La poesía que transpira y respira. La poesía viva. Y ésta sólo es posible cuando ella te llama. Cuando te llama la poesía todo está justificado. Hasta la grosería y la insolencia. Yo, como poeta malo, no me da vergüenza admitirlo, no pretendo ser laureado, premiado ni agasajado. Escribo por evasión. Malamente. Con respecto a otros poetas que leo yo no soy el que suele hacer sombra a ningún poeta. Ni tampoco lo pretendo. Mi humildad no es falsa. Soy consecuente. ¿Para qué sirve la poesía? Yo creo que sirve para evocar mediante la palabra, la imagen o la metáfora una ilusión dentro del imaginario personal. Intuimos que hay algo que nos llama y nos invita a imaginar, pero somos soñadores natos los poetas. Yo ya es que no evoco ninguna imagen. Tan sólo suscribo.

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