Creo creer

Acompañadme al patíbulo, al cadalso de muerte para el sacrificio eterno. Pues mientras dure la luz todo estará en su sitio. Creo creer que estoy vivo porque me tienes en tu mirada y te doy lástima, lo siento, sí, a ratos soy ridículo, pero cuando cojo confianza soy un bonito animal de compañía. Hoy, y esto no viene a cuento, me arranqué una muela con los dedos. Me acordé de Marlene Dietrich ya que a ella le arrancaron varias muelas para perfilarle la cara. Era bella pero no más bella que Marilyn Monroe o Ava Gadner. Pero si hablamos de mujeres especiales hablemos pues de Audrey Hepburn. Audrey tenía una figura como de cisne maravilloso pero tan atractivo como un jaguar corpulento, o un colibrí azul y verde. Al caerse mi muela me ha encantado el sabor de la sangre. Era mía, ¿qué importancia tiene? Pero me ha estado toda la semana dando la tabarra la maldita muela. Todo por no ir al sacamuelas. Me cuesta 50€ por muela sacada. Porque el dentista del seguro no me da mucha confianza. Llevaba ya tiempo con el dolor de muelas. Ahora que me la he arrancado siento un descanso agradable. Como cuando dejas de sufrir en una agonía, ya sea de enfermedad o existencial. La paz que tengo ahora es propia de un hombre con sufrimiento pero dopado de morfina. Yo creo creer que la fuerza de vivir también se define por la actitud para afrontar los temas de sufrimiento y agobio. Los nervios se desatan y el descontrol te dará torpeza y una inseguridad más que evidente. Si no tienes temple o atrevimiento para sacarte una muela ves a un dentista, pero un dentista va a ganar dinero y te cobrará meciéndose obsequiado con el hecho de cobrarte 100 € por las dos muelas que me sacó en su momento. Hoy he cenado unos sándwiches de atún con mayonesa excelentes. A sabiendas que los sándwiches, son blandos debido al pan de molde y son fáciles de tragar, lo he pasado muy mal. He sufrido estos días un dolor interminable, y a la hora de comer imagínense. Pero yo me la he sacado con mis propias manos o sea, mis dedos. Y he quedado bien satisfecho. Cojonudo estoy ahora. Ya es la tercera muela perdida desde hace muchos años, pero estoy extrañando la muela ya que era del carrillo derecho y no soy zurdo. Así que ese es el problema verdadero.

La Andalucía que nos (en) canta

Esos flamencos de todos los tiempos que han cantado con el corazón impregnado de doliente pena que lamentan solitaria y seca. Un cantaor no es sólo lo que canta, es lo que transmite. Un cantaor puede cantar en momentos donde no debiera cantar por el dolor tan inmenso de su realidad. Pero aún así canta. Canta por necesidad y por consolarse. He visto cantaores llorando de sentimiento, y he visto a cantaores cantar con tanta alegría una bulería que daba gusto verlo.

Un cantaor gitano viejo gusta de cantar por soleá. La soleá es un palo flamenco serio y con una solemnidad que nada más el gitano viejo tiene el duende de su parte. Un cantaor de soleá es un cantaor de prestigio. El fandango contiene las raíces del pueblo andaluz, tanto por payos y gitanos. El verdadero Fandango es el de Alosno de la Rivera. La Alegría es la perla de la bahía gaditana. La bulería es propia de Jerez y de Sevilla. El tango es de toda Andalucía. La zambra, el zorongo, y la granaína es de la ciudad de la sultana La Alhambra.

Sin embargo el martinete en las fraguas, las mineras en las minas de Murcia y Río Tinto. Como la Debla, la Toná y el polo, es parte de toda la Andalucía más flamenca. En Málaga su malagueña. Y en Almería los cantes llamados Tarantas. También en los olivares de Jaén. En córdoba tienen los tientos, y en Huelva todo tipo de fandango. Podemos irnos a Extremadura y también a Murcia. Que son también flamencas.

Silverio Franconetti compuso las seguidillas por antonomasia. También cabe destacar las coplas marineras de toda la costa Andaluza que son un verdadero deleite. Las sevillanas en la capital sevillana. La feria engalanada maravilla.

Esto, amigos míos, es la cultura flamenca. Saetera en Semana Santa, una Andalucía auténtica.

Cuando la poesía te abandona

Cualquier día menos pensado me dejará la poesía y tendré que dedicarme a la filantropía de la narrativa comercial, porque nadie quiere saber de lejanos soles que se arrepienten de ser luz que crea sombras. Un día de estos dejo la poesía como el cabrón que abandona a un perro, o lo patea por capricho. Cuando la poesía me abandona intento dirigirme a las musas pero no me oyen o yo no puedo sentirlas, no sé muy bien cómo es esta historia. Ahora me voy a dedicar al oficio de chatarrero, seré feliz reciclando metales por doquier. O ser, tal vez, un enfermo en este mundo enfermo donde es tan maravilloso vivir, con tanta paz por todas partes y con la armonía de los hombres que se abrazan con amor fraternal. Asesinar a la poesía es imposible. Quizá tenga que intentar engatusarla con guiños y sacándole la lengua lascivamente. O quizá tenga que escribir mi nombre un millón de veces en las redes sociales, para llegar hacia unos versos concretos y certeros. Como primaveras que persiguen al verano. No estoy demasiado lejos de la poesía, porque ¿para qué sirve la poesía que se escribe sin fuego en la pasión de un verso? o ¿con la palabra certera que nombra un viaje astral alrededor del mundo azul? Cuando la poesía me abandona las cosas me parecen mentira, los desafíos me los tomo a broma, y los improperios me hacen estornudar. Soy como una cama elástica, saltas y saltas pero si saltas demasiado te sales dàndote un porrazo que no sabrás ni dónde estás, como el que se despierta en cama ajena. Un día dejaré a la poesía y seré novelista. Seré un novelista de novela histórica. Hablaré del futuro, como Julio Verne, intentaré ser profeta y novelista. Todo eso pienso hacer cuando abandone a la poesía. O quizá ella me abandone a mí, como los amigos en la adolescencia tardía, o seré un malicioso y pertrecho poeta de verso blanco. De esos que maldicen al amor y sus semillas, de esos que escriben a mano, y cuentan versos con los dedos. Seré un inútil alimentando a poemas como lobos babeantes de hambre. Seré un poeta tan hermético que nadie entenderá porque me abandoné a las palabras desnudas en pleno invierno. Seré un poeta comprometido con causas perdidas, tan perdidas que no hay rredios que las encuentre.