El consuelo de nadies

Pienso que a alguien consolarán mis palabras impresas en esta web. Pienso en esos abandonados por la mano De Dios, y que sus familiares los dieron por perdidos. Niños perdidos que un día fueron sanos. Sacar del valle de la oscuridad no es difícil. Sólo basta con quererlo. No pretendo dar una de cal y otra de arena. Pretendo ser consecuente y dar voz a aquellos que no tienen voz. Que entre delirio y fracaso rotundo perdieron la suerte, la fe y la esperanza. Arrinconados niños en los sanatorios y los manicomios de todo el mundo. A alguien servirán mis palabras sinceras. Los arrebatados de cordura y coherencia son unos nadies que deambulan como ángeles del delirante preámbulo y vida presente de olvido desposeídos de cariño, calor humano, y amor. Digo bien, amor. Porque todos tenemos derecho a amar. Pienso en los locos de Alepo en Siria. Enfermos desposeídos de la misericordia de los pueblos, y del medicamento sagradamente necesario. Comprendo que mayormente las víctimas más numerosas sean aquellas que ven el mundo correr y caminar paso a paso. Es más fácil un loco que conoce, al que desconoce la realidad del mundo. Pienso que a alguien valdrán estas palabras de misericordia ciega. Con miedo, sí. Pero alguien tiene que decirlas. Decir la verdad de la vida oscura en los rincones olvidados del mundo. No soy un salvador, un mesías, ni profetizo nada. Soy un poeta de la calle. Aprendí en la calle y en las canciones la verdad de la vida. A alguien tiene que valer este consuelo que ofrezco al carente de equilibrio. Al desheredado del mundo para siempre. Cientos de niños transitan por los callejones y pasillos del grito del atado a la cama, del perdedor de mañanas y futuros, del nadie entre los nadies. Porque hay algo más grave que la pobreza y el hambre. Hay una miseria emocional nociva en los corazones solitarios y alejados del mundo de los cuerdos. Porque la cordura es mentira. Vamos de rodillas haciéndonos el daño que para nosotros no queremos y buscamos ebrios de soledad una paz que se proclama como guerra diminuta. Tenemos la facilidad de ser humanos. A alguien servirán estas palabras que digo con el corazón en mis manos. Creo en la humanidad del ser humano. Creo en la evidente causalidad de los hombres corrientes y de sus trasiegos de ruidos y palabras casi desdentadas.

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