Correr quisiera

Correr quisiera y abandonarlo todo por un suspiro caliente. Tengo la duda tan resabiada que no soy ni sabio ni inocente. Soy algo que redunda en el menoscabo a propósito de las palabras. Correr quisiera. Irme a los montes e irme a los campos a revolcarme por la hierba fresca. Quisiera correr pero sin salir huyendo. Quisiera marcharme de esta esclavitud de tercera comida diaria. Una cena en la que yo soy un comensal, el único, el solitario. El que le pica el ombligo cuando frecuenta los desaires del hijo. Busco un silencio que no me pertenece. Creo decir una plegaria rota de esquinas y fragmentada en la raíz del silencio de acero. No quiero volver a pensar en mí. Irme quisiera y abandonarlo todo de una vez por todas. Abandonarme a la suerte de los dados o de las quinielas que con cruces se alternan en un resultado de deportividad y guerrilla en una paz diminuta. No quiero coger promesas con mis manos, no quiero trajinar reproches en la visita de mis fantasmas. Yo prefiero caminar vestido pero mi desnudez es elegida. No puedo reprochársela a nadie. Porque es fría la mortaja del hombre que muere solo.