Capplannetta y el aniversario

Leer a Jacques Derrida no me ha dado las claves contra la depresión perpetua de las personas que quiero a mi alrededor, pero sí importantes directrices en un lugar en el que me mantengo impertérrito. Pero eso no es lo que intento proclamar como consigna ante mi singular Carpe Diem, lo que pretendo decir es que una gran parte de gente que me quiere, se ven abocados hacia una entelequia de victimismo sin consuelo. Lástima siento de mi propia necedad, aunque eso no confirma síntoma alguno de mezquindad o miseria emocional. Todavía tengo corazón. Si volviera a nacer le daría la dedicatoria más grande y única a mis padres. No soy hijo de papá y mamá. No soy víctima de nadie ni por nadie. No culpo a nadie. Aunque haya personas a las que he visto lamentablemente perder. No quiero escribir cartas de arrepentimiento. Pero cuando se vuelven a las cosas mundanas se van dilucidando ciertos protocolos de vínculos cognitivos. Siempre he sido feliz en un pasado a pesar de las preocupaciones económicas. Esto no me hace víctima, ni tampoco un necio, me hace un ingenuo pese a mis circunstancias. Ayer, 30 de enero, era mi aniversario de boda si no me hubiera divorciado en el 2011. No culpo a nadie. Las cosas han pasado por una mala actitud pese a todas las cosas que me hacían no dar paso al frente, aunque tres marcha atrás. ¿Escribir por escribir? No, gracias. Prefiero mantener la escritura en cuarentena antes que criticar a alguien que en su momento quise. No hay culpables en el divorcio de una pareja. Simplemente es una relación que no fructificó una buena cosecha. Pero eso a veces lo crea la diferente cultura que lleva a puertos de confusión y galimatías sin explicación alguna.

Deja un comentario