Capplannetta: víctima de lo que escribe

¿Soy víctima de lo que escribo o es que no trasmito lo que el lector quisiera oír? Con esta premisa me mantengo perdiendo el tiempo languideciendo de puro hastío. Si un lector confunde una regla de oro, que es no alejarse demasiado de su realidad, y la otra, es no merodear demasiado en la imaginación. Empezamos a bregar en la batalla de los amantes del aire embotellado o los egos masturbadores de la no-ficción ya que si no hablan de ellos mismos ¿de quién van a hablar si no? Muchos aconsejan no escribir en papeles mojados, mucho menos ser panfletario. Si durante el proceso de escritura, te aborda la impaciencia por llevarte el gato al agua e intentas creer que vas a ganar fijo un concurso, con el cual habías soñado, no te queda otra que perder ante un fallo perdedor. El no lo tienes seguro. Sólo tienes que estructurar bien la idea, y elaborarla, manufacturarla como una pieza de hierro que te impregna de olor a herrumbre. Que te prepara para la negación, ya que decir sí es a veces un juego complicado. No te quedes mirando las musarañas. No pierdas el tipo si caes. Levántate e inténtalo de nuevo. Nadie conoce a nadie mientras te caes dormido en un letargo de franela o poliéster. Pierdes la cuenta las veces que has tragado el polvo. La gente te conoce a leguas. Mucho antes de empezar a balbucear el primer prolegómeno. Un ámbito común donde las mujeres son diosas y tú eres bufón de la corte siniestra de los derrotados. Si para hacer el ridículo sólo hace falta que tú lo creas, pues es un buen comienzo ya que tienes personalidad. Pero si das importancia a lo que piensen de lo que tú piensas perderás la dignidad y la realidad será la que te has prefabricado. Ahora es el momento. Avanza, la victoria será tuya. Muchos perdedores han ganado de insatisfacción a insatisfacción. En fin, al final todos lamentamos el camino trazado siempre, algunos no.

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