Capplannetta detesta

Una de las cosas, junto a otras, que más detesto es la lentitud del wifi. Pero también me molesta la burocracia digital, lo he dicho ya antes, ahora lo suscribo. La lentitud de un Internet malo es como la parsimonia del domingo. También detesto el hecho de registrar aunque registro mi trabajo. Nos tienen cogidos por los huevos o por las webs. Una cosa que me aparta de la vida social es la misma que cuando estaba gordo, y es esas peripecias que tienes que afrontar con la banca (ahora digital y telefónica). No tengo ni mierda en las tripas, he dejado el tabaco por pura economía, también para no molestar a mi vecino. Ahora ya estoy en la recta final de mi síndrome de abstinencia. Dejar el tabaco (repito) no resulta fácil. Se dejan mejor otros vicios antes que el tabaco, como por ejemplo la comida como la sal o la azúcar. Dicen los que saben que la mala salud aparece por lo que nos metamos en la boca. Eludir el recuerdo del tabaco trato de tenerlo, pero me complace decir que mi novela avanza a pasos de tortuga. Mejor un avance, lento y gradual, que escribir por escribir. No se puede forzar a la máquina. La burocracia digital es cada vez más insegura y más compleja. Recordar contraseñas es un acto de seguridad pero hace aguas. Hace aguas constantemente. También presentarse a un concurso es algo que debes hacer si quieres ser publicado en las grandes editoriales aunque algunas veces pagues por ello. De momento no hay seguridad en ninguna parte pero tampoco hay demasiados peligros. Escribir, corregir, hacer correcciones de estilo si son pertinentes, registrar la obra, buscar editor. En fin, que ahora todo el mundo quiere dinero, ¿dónde quedaron atrás aquellos hombres que iban con americana de pana? ¿Dónde acaban nuestras esperanzas por el hecho de ser publicados? Volvemos a la martingala de la poesía rimada y los elitistas publicando premiados en concursos importantes.

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