A Capplannetta lo han apedreado

Aquel que me tira las piedras sabe que después en ellas tropiezo. Es como echarse a andar en un camino minado, da igual, sólo te van a mutilar de por vida, ¿qué tiene eso de malo? La vida a veces te regala cuatro o cinco cabrones por aguantar. No problem. Las piedras más grandes las carga la gente más débil, por eso los hospitales mentales están repletos. No se debe ironizar, ni frivolizar, ni ser ambiguo. En estos menesteres si no te implicas te mantendrá afuera todo el tiempo que dure la tortura. Las piedras de las que tropiezo son obstáculos que yo escribo en pensamientos como este. La pedrá’ es algo que la sombra del destino mastica y saborea. Muchas veces somos parte de una miscelánea de extrañas criaturas que aúllan como perros. Ya no lo diré más. Hoy me he hecho socio de Amnistía Internacional y no me arrepiento. Buscar un ideal e implicarte no es objeto de rebeldía, es compromiso social. Y algo que se elige. No es nada obligatorio. Molestar nunca ha sido mi sueño. Mi sueño era otro del que no quiero hablar. No, no es nada del otro mundo. Tampoco soñé con mi divorcio y vino rodado. Piedra que corre no cría moho. Eso se le puede atribuir a las personas del verbo. A los códigos de supervivencia de las tribus. Antes éramos manada. Y el origen del destierro es mi fantasma inscrito en mi yo solitario. Ahora estaré solo, pero mi soledad es elegida. Hay mujeres con tan buenos dones que dan placer siempre. Mujeres que se entregan al origen de la humanidad. Mi humanidad parte de la inocencia y he mentido para después avergonzarme. Ya que hay gente que te da mil vueltas en torno a la vida y sus misterios. En fin, un patíbulo y una ruleta es el amor y por ende la vida nuestra. Hay cosas imposibles de cambiar, lo sabe el viejo mundo.

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