
Hoy hace diecinueve días exactos que dejé de fumar. No ha sido fácil. Nadie ha dicho que fuera fácil. Pero ya no tengo mono o síndrome de abstinencia. Los únicos resquicios que me quedan del tabaco son recuerdos fugaces en según qué momentos puntuales debido a la costumbre. Por ejemplo, después de la ducha un cigarrillo mentolado, después de comer un cigarrillo rubio, y al levantarme. Pero es muy difícil el día a día sin tabaco. Sueño a veces que fumo, otras veces me dan ganas de ir al estanco, pero así como estoy lo llevo bien. Me levanto con garraspera y dicen que es normal al dejar el tabaco. También me ocurre que me desahogo con la comida y, la verdad, no quiero engordar. Estoy buscando la manera de no acordarme del tabaco debido a que en momentos puntuales (repito) me apetece un cigarrillo. Sí digo la verdad, el tabaco me gustaba. He fumado mucho, y no debo bajar la guardia. Volver al tabaco es un gran paso atrás. Además, los fumadores son tratados como apestados allí donde éstos van. Hay una doble moral en torno al tabaco, el alcohol y el juego. Llevo fumando desde los trece años y ya era hora de dejarlo. A la mitad del proceso me daban fiebres y un mono del que me libré teniendo algo de voluntad, tengo chicles y caramelos de eucalipto, pero repito, donde más me decanto es a la hora de la comida. No soy hombre de bares, tampoco de drogas, para mí dejar el tabaco ha sido un acto necesario y todo un reto. Es curioso que los que más se quejan del tabaco sean antiguos fumadores. Los que nunca fumaron ni entienden el sacrificio de dejarlo, y los que dejaron el tabaco creo que están en contra del tabaco por pura hipocresía, ya que cuando ellos eran fumadores no les importaba fumar y relacionarse con fumadores. Ahora son las voces más exigentes a la hora de dar las quejas a los fumadores. En fin, que dejar de fumar es un ciclo de varias velocidades. Lo mismo se es lento cuando avanzas a medida que ves los resultados a largo plazo, aunque para mí sea aún pronto. Pero no voy a dejar que el tabaco me domine. Considero al tabaco como un vicio impulsivo. Está plagado de costumbrismo y de actos reflejo. Es como comprender que el tabaco no es una cosa natural en el hombre o la mujer, ninguno venimos al mundo fumando.