
Mi abuelo materno siempre decía algo que siempre recuerdo: —Piensa mal y acertarás. En El Padrino dice el gran Marlon Brando: —Las mujeres y los niños pueden confiar, pero un hombre nunca. A mí la vida me ha hecho seriamente desconfiado. No me fío ni de mi sombra. Puede que la frase de Vito Corleone suene a misógina, pero es certera, porque hoy en día y con las cosas que ocurren ni las mujeres ni los niños pueden ser confiados. Siempre, o casi siempre, hay una mala intención. Pero la vida es así. Se engaña y se seguirá engañando porque el ser humano es así. Malintencionado, mezquino y no es casual que el mundo sea un caos de mentira y falsedad. Yo confié en amigos, en mujeres y gente indeseable, pero este mundo carece de ética y buena fe. Y en un lugar como es España la picaresca y el engaño han hecho de un país una cruel realidad.
De niño recuerdo que yendo a un campo de tiro al plato en bicicleta, mientras estaba en verano con unos tíos, un demente trató de abusar de una prima mía. El demente del que hablo era una persona mucho mayor que nosotros dos y mi prima lloraba, ¿qué podía hacer yo ante tremendo manganzón? Así que decidí ir en busca de mi tío y contarle lo que había sucedido. Se lo conté con pelos y señales y en ese mismo instante llegaba mi prima llorando con la bicicleta. Mi prima, la pobrecita se defendió como pudo ante tremendo animal. Después comiendo, lo recuerdo bien, se rieron de mí cobardía al no plantarle cara al hombre enfermo. Mi tío fue a darles las quejas a sus padres. Es algo que no pude evitar. Por miedo, por cobardía, sí, pero yo también era un niño. Y muy poco o nada podía yo hacer. Es algo que desde entonces me hizo más atrevido, aunque de mentirosos y de cobardes todos tenemos un poco. Con el tiempo la niña se hizo mujer. Y yo me hice un hombre. Y recuerdo ese altercado con vergüenza a la vez que con cierto regomello, ya que tal vez pudiera haber hecho algo por mi prima. No sé. Ante ese gigante ya adulto ¿qué podía yo hacer? ¿Tirarle una piedra? Nada de eso. Eso me hizo desconfiado y otras cosas acaecidas en mi adolescencia agravaron mi desconfianza.
Como dices todos tenemos algo de cobardes y mentirosos, pero en este mundo (país) donde vivimos el miedo nos lo inculcaron desde chico y ante un problema muchas veces preferimos esconder la cabeza antes de dar la cara, (Un ejemplo es que cuando vemos una pelea pocas veces nos entrometemos y cuando estamos en manada nos envalentonamos.
Tienes toda la razón. Tengo un pequeño trauma sobre la idea de no haber ayudado a mi prima. Pero bueno, yo era un niño prácticamente, y tienes razón, nos envalentonamos sobre todo cuando vamos bebidos, que fue lo que a mí me ocurrió contigo, sin venir a cuento, pero espero que me perdones, y si ya lo has hecho, Tite, de de verdad me alegra. Yo me he metido en muchos líos, y me cargué el coche de mi padre, bueno, he tenido un horrible pasado.