Capplannetta sigue en este puto mundo

Capplannetta sigue en este asqueroso mundo pero muy poca gente lo quiere. No, no voy a derramar lágrima alguna. Quizá derrame mi eterna desgana de seguir habitando éste inhóspito mundo donde no vale la pena casi nada. Los fulanos, los menganos y los zutanos todos se empetan sus anos. Y se cambian la chaqueta según les convenga. Los mindundis se empeñan en ser amos del mundo, y son ineptos titirimundis. Los viejos sabios, que todo lo saben, no saben que la vida nadie sabe como acabará con él, y no la muerte, que nos lleva al patíbulo como ciegos con un perro lazarillo. Sí, eso, Lázaro de Tormes escribió su propia biografía y tuvo Los Santos cojones de llamarse anónimo. Como si dejara la vanidad como una puta cansada de darle bola a los esclavos del deber. Sí, sigo en el mundo. Y no me pienso ir. Voy a seguir en él hasta que caiga rendido como un desmayado. Como un exhausto Fausto detrás de Margaritas acompañados de Mephistofeles ditirambos y malintencionados. Que buscan su sombra en la sombra. Que buscan una micra de veneno en los días por venir y en los porvenires idiotas. No creo en este mundo. Dios me ha hecho una putada. Y no me quejo por pendejo. Me quejo porque soy un niño y un viejo. Me río del mundo, porque ni él es eterno. Ni la luz del sol. Y la luna será una oscura incógnita, como acostumbra a serlo. Y no me digáis que la esperanza es lo último que se pierde. Por que yo la pierdo tantas veces que ya no la espero, ni creo en ella. Este mundo es una patraña. Capplannetta, acude a un psiquiatra, te sugerirán las remilgadas señoritas que viven ansiosamente buscando a su top 10. Y se equivocó la paloma, se equivocaba.

Capplannetta malpensado

Mi abuelo materno siempre decía algo que siempre recuerdo: —Piensa mal y acertarás. En El Padrino dice el gran Marlon Brando: —Las mujeres y los niños pueden confiar, pero un hombre nunca. A mí la vida me ha hecho seriamente desconfiado. No me fío ni de mi sombra. Puede que la frase de Vito Corleone suene a misógina, pero es certera, porque hoy en día y con las cosas que ocurren ni las mujeres ni los niños pueden ser confiados. Siempre, o casi siempre, hay una mala intención. Pero la vida es así. Se engaña y se seguirá engañando porque el ser humano es así. Malintencionado, mezquino y no es casual que el mundo sea un caos de mentira y falsedad. Yo confié en amigos, en mujeres y gente indeseable, pero este mundo carece de ética y buena fe. Y en un lugar como es España la picaresca y el engaño han hecho de un país una cruel realidad.

De niño recuerdo que yendo a un campo de tiro al plato en bicicleta, mientras estaba en verano con unos tíos, un demente trató de abusar de una prima mía. El demente del que hablo era una persona mucho mayor que nosotros dos y mi prima lloraba, ¿qué podía hacer yo ante tremendo manganzón? Así que decidí ir en busca de mi tío y contarle lo que había sucedido. Se lo conté con pelos y señales y en ese mismo instante llegaba mi prima llorando con la bicicleta. Mi prima, la pobrecita se defendió como pudo ante tremendo animal. Después comiendo, lo recuerdo bien, se rieron de mí cobardía al no plantarle cara al hombre enfermo. Mi tío fue a darles las quejas a sus padres. Es algo que no pude evitar. Por miedo, por cobardía, sí, pero yo también era un niño. Y muy poco o nada podía yo hacer. Es algo que desde entonces me hizo más atrevido, aunque de mentirosos y de cobardes todos tenemos un poco. Con el tiempo la niña se hizo mujer. Y yo me hice un hombre. Y recuerdo ese altercado con vergüenza a la vez que con cierto regomello, ya que tal vez pudiera haber hecho algo por mi prima. No sé. Ante ese gigante ya adulto ¿qué podía yo hacer? ¿Tirarle una piedra? Nada de eso. Eso me hizo desconfiado y otras cosas acaecidas en mi adolescencia agravaron mi desconfianza.