
Suelo fumar en el lavabo y más de una vez orino sentado, como las mujeres. Lo hago para no manchar el suelo del inodoro. Antes de ir al lavabo cojo un cigarrillo y me sobresale un cigarrillo del paquete y este me dice: —Enciéndeme a mí, quiero quemarme como un ciquitraque. Y lo cojo y estando en el WC lo noto feliz y gozando a su manera de estar encendido. Voy a la cocina y cojo un vaso grande para beberme un refresco; los vasos grandes me sugieren que quieren estar rebosantes de Fanta. Me voy al mini bar y escojo el mejor whisky, y este me dice: —Algo me decía que me cogerías a mí y que soy tu prioridad, incluso más que el Martini Blanco, soy tu licor preferido. Después de beberme un vaso de whisky me entra una hambre canina. Abro la nevera y los tuppers me dicen vacíame a mí, tengo croquetas de pollo, lo descarto, me dice el tupper de Mongetes amb butifarra: —Agafa’ m a mí, sóc catalá i el meu gust és que hem mengis perque jo he descobert que t’agrado més que els entrepans de cansalada. Y le digo: —Si, però cap és millor que qualsevol altre. Agafaré el tupper que em doni la gana. Y me decanto por el arroz con conejo, y este me dice cuando cierro la nevera: —Sé que soy tu comida preferida, soy murciano, pero llevo muchos años en los fogones de tu madre y de tu padre. Gracias por ser mi preferido pero no te hagas ilusiones, ya que se dice en Valencia: —L’arròs fa l’estómac grós. Pero tengo mucha hambre, demasiada. Así que vacío el tupper y después me bebo un café solo, este me insinúa: Estoy solo, solo., soledad profunda. Échame edulcorante.