
Estar mal de los nervios, o mejor decir, estar loco, no es un plato de buen gusto para nadie. Nadie te quiere ya, precisamente soy un enfermo, pero de enfermedades mentales se sabe muy poco. Mi tarea es hacer justicia como el Quijote. Montar a lomos de Rocinante y no culpar a nadie. La gente es escrupulosa con las enfermedades mentales. Sí, soy un enfermo mental, pero de eso nadie está libre. Freud y Lacan estudiaron enfermedades como la histeria en las mujeres. Y de ahí apuntaron que las enfermedades provenían o partían desde la sexualidad. Se puede estar loco pero está negado el amor para nosotros, ya que el estigma es tan fuerte como la esperanza de curarse. Yo soy un paciente crónico y el rechazo es el pan de cada día. No me importa, me quiero. La vida no se sabe cómo va a terminar. Las enfermedades mentales serán las enfermedades más frecuentes en un futuro. El desprecio, la humillación, la ingratitud son problemas del estigma que sufrimos. Seguiré mi vida solo, solo y al fin loco. Muchos locos hay en las calles, pero que hagan daño muchas veces son gente “cuerda”. Si yo fuese un asesino me encerrarían de por vida. Pero mi suerte, bueno, no diré cuál es mi suerte. Mi suerte es que todavía tengo capacidad de racionamiento. Es algo que no entienden otros muertos vivientes que dominan el mundo. Yo sigo solo, nunca busqué pareja. Sólo pretendo tener amigos, aunque con los que ya tengo me basta. No voy a suplicar compañía cuando la compañía es peor que la soledad. Tengo la música, la poesía y la buena literatura. Prefiero estar solo que no tener que dar explicaciones que son parte del estigma que nadie como yo conoce.