Capplannetta y la oscura noche

La noche es larga, pero en invierno lo es aún más. Creo volverme loco a ratos, otras, encuentro paz, y otras, no puedo decir lo que me ocurre en realidad. A veces creo estar en un mundo que no es el mío. Pero sí, este es mi mundo. La vida no es nada fácil para nadie. Si no fuese por los libros y por la escritura, ya no entablaría una conversación normal. Necesito Internet más que un amigo, un paraguas, calzado, y quisiera que acabara ya el verano. Me encanta que haga frío. Mi miedo a las alturas no es solo soroche. Mi miedo a las alturas viene provocado por asomarme demasiado hacia el abismo. Tengo y no tengo amigos. Los médicos insisten en que lea, escriba, sobre todo escriba. Hay enfermos que tienen un gran galimatías de palabras sin sentido. Ahora son las fiestas de Sabadell. Me han cobrado los impuestos y toda la fiesta está ubicada en el Centro de la ciudad. Luego quieren la independencia. Sé que tiene poco que ver, ¿o sí? Bueno, la verdad es que en el extrarradio se vive más tranquilo. Me alegro de no tener hijos y tener que llevarlos a la feria. Odio la feria. Odio los parques temáticos. Odio tantas cosas que sudo veneno. Si no odiara tanto quizá hasta tendría novia, pero ¿quién se va a ir con un esquizofrénico? ¿Un loco? ¿Un vagabundo del pensamiento? No quiero pensar en según qué cosas. No me gustan las aglomeraciones. Ni las masificaciones. Las odio. Se pueden reír de lo que estoy escribiendo, pero yo también me río. Nadie tiene el valor para escribir lo que yo escribo, y además decir que tienes una enfermedad mental resulta tabú. Jamás he estado tan cuerdo como lo estoy ahora. No hay nada más preciado para mí que la soledad. Puedo dar pena, pero la soledad sin compañías tóxicas o egos elevados, es la mejor de las compañías. La soledad si es de domingo es lenta, pero la semana pasa rápido. Las fiestas de Sabadelll son de lo más variopintas. Se exhibe un catalanismo que a mí me desplaza. Ir a un concierto y estar en una masificación de gente me da vértigo. Prefiero que las cosas fluyan despacio. Tengo miedo escénico. Antes no lo tenía, me fastidia esa gente que presume de reuniones y de fiestas. También me revientan los que se miran siempre el ombligo. Como si fuesen el centro de la tierra. Ahora, si me vieran algunas personas no sé si se alegrarían o se fastidiaran. Lo que sí sé que si ahora estoy solo es porque quiero. Para mis sobrinos soy el tío loco que vive solo y que ven de higos a brevas. Para ellos es un deleite verme poco. Y cuando me ven prefieren que todo transcurra rápido. No soy el que era, pero todavía no he abusado de nadie y sí han abusado de mi buena fe. En fin dejar agua correr.

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