A Capplannetta ya no lo conoce nadie

Solo se quedó en la calle con un puñal en el pecho y no lo conocía nadie…Estos versos de Federico García Lorca y cantados por Camarón de la Isla dictan una sentencia verdadera. Como la vida de las ánimas que se entregan a la ley de la calle. O a la ley de las masas que se presentan buscando un porqué a tan indudable pesimismo. No pretendo ser derrotista, pero desde un tiempo hasta aquí no conoce Capplannetta a nadie y a él tampoco lo conocen. No es que ignore, pero tanta realidad tengo asumida que ya no me asombra nada. Solo ando de traspié en traspié, cruzando fronteras sin nombre, y ya no confío en la difícil cuestión del vivir. La vida me ha enseñado que es seriamente dura. No es fácil para nadie. Entre la locura y la cordura que a veces me regala la tranquilidad, vivo mis días y mis noches solo pero con ciertos matices de rebeldía que nunca llega a buen puerto. A veces naufragio y otras me envuelvo de tempestades que me hacen un desconocido para quienes antes fueron amigos. Mi inocencia me llevó a pensar que la amistad era algo sincero, pero pronto cuenta me di de que era otra mentira más tras el envoltorio de lo absurdo como de la realidad más absoluta. No le pido a la vida nada más que paz. Paz serena, sin ambages ni titubeos. Ya tengo una edad que he visto el gran teatro del mundo y he estado muchas veces acompañado por la divina providencia y por las sombras y los demonios. No juzgo a nadie, pero ya no soy aquel que era. Mi inocencia se pudrió como los comestibles en el verano, pero todavía aún tengo esperanza.

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