Capplannetta apuesta por el amor

En esta vida de amor y ruleta a veces se pierde y otras se gana. A mí aunque me ha tocado perder, siempre creeré en el amor, la amabilidad y los sentimientos puros. Pienso que el amor es la verdadera razón por la que se merece vivir. Sin amor la vida es nula, vácua, yerma. En la vida se pasa por distintas etapas en el que se va vislumbrando el amor de poco a poco. Encontrar el amor en tu vida es un deleite. Es la razón por la que emanan todas las cosas bellas. Por ejemplo, el hecho de ser amable y agradecido. Cuando muestras amabilidad y simpatía, al igual que empatía y amor por tus semejantes, la vida te sonríe. Y como bien dice la canción de Serrat …a menudo la vida nos besa en la boca y nos invita a tomar café…. La vida tiene momentos realmente bellos. Como …y te sientes tan feliz con ella como un niño cuando sale de la escuela… y referente al amor puro hay cosas hermosas que despiertan los buenos sentimientos. Por ejemplo, la sonrisa de alguien inesperada y verdadera. El amor puro es el hecho de ser correspondido cuando se ama. A veces tienes la suerte de que te quieran y que tú también ames, pero no todo es de color de rosa, y los días no siempre son de un color azul. A veces el desaliento y el tedio se vuelven en nuestra contra, y entramos en una dinámica de agobio. Este post es un elogio al amor. Al amor con ganas de ser real. Duramos demasiado poco tiempo como para malgastarlo en rencores y malos sentimientos. Hay quien goza de la vida entre fiestas y ágapes festivos. Pero como mejor ser goza la vida es sonriéndole como si fuese lo último que hagamos.

A Capplannetta ya no lo conoce nadie

Solo se quedó en la calle con un puñal en el pecho y no lo conocía nadie…Estos versos de Federico García Lorca y cantados por Camarón de la Isla dictan una sentencia verdadera. Como la vida de las ánimas que se entregan a la ley de la calle. O a la ley de las masas que se presentan buscando un porqué a tan indudable pesimismo. No pretendo ser derrotista, pero desde un tiempo hasta aquí no conoce Capplannetta a nadie y a él tampoco lo conocen. No es que ignore, pero tanta realidad tengo asumida que ya no me asombra nada. Solo ando de traspié en traspié, cruzando fronteras sin nombre, y ya no confío en la difícil cuestión del vivir. La vida me ha enseñado que es seriamente dura. No es fácil para nadie. Entre la locura y la cordura que a veces me regala la tranquilidad, vivo mis días y mis noches solo pero con ciertos matices de rebeldía que nunca llega a buen puerto. A veces naufragio y otras me envuelvo de tempestades que me hacen un desconocido para quienes antes fueron amigos. Mi inocencia me llevó a pensar que la amistad era algo sincero, pero pronto cuenta me di de que era otra mentira más tras el envoltorio de lo absurdo como de la realidad más absoluta. No le pido a la vida nada más que paz. Paz serena, sin ambages ni titubeos. Ya tengo una edad que he visto el gran teatro del mundo y he estado muchas veces acompañado por la divina providencia y por las sombras y los demonios. No juzgo a nadie, pero ya no soy aquel que era. Mi inocencia se pudrió como los comestibles en el verano, pero todavía aún tengo esperanza.