Capplannetta manda flores a María

En el verano caluroso del 2022 le prometí a María deshojar la margarita. Me dijo; bueno, no me dijo nada. Y no lo digo porque me duele que le duela. Que le duela confesarlo, decírmelo. Un día de agosto, cuando en la quietud de la noche, te invité a que vinieras a mi encuentro. Pero ya es tarde. Es tarde para cruzar bahías a nado. Es tarde para todo lo que ha invadido el polvo. Te mando una flor María, o tal vez mejor un ramo. El caso es que las flores se vuelven marchitas cuando el silencio lo dice todo, cuando la primavera no encuentra al sol, y cuando los relojes se aproximan al temblor de los nerviosos péndulos, y cuando suenan sus timbres dan miedo por ser campanas del alba de Londres. Las flores son para los amores tardíos y para los enfermos en una cama. El florista se emplea bien haciendo tirabuzones de briznas vegetales. A las flores de María ponerle espigas, para la guerra del pan, ponerles lazos de colores, ponerle una nota que yo la dicto. Las flores para María se cansan de auroras que se desmayan, de febriles enamorados sin sangre. Una suerte sería tocar el cielo con mis manos y cantar la canción que no se oye, que no lastima, que se emancipa como la pobreza del pueblo. ¿He dicho emancipa? Al pueblo llano y andariego no lo deja el capital emanciparse. Porque creen que el pueblo sin dinero es como mejor se puede dominar. Los policías llevan pistola para matar a los jilgueros de madroño rojo. Una virtud del silencio es contemplar una realidad. Callándola, como acurrucada en un puño. Como surgida de la muerte social y volver al mundo ruidoso con una alegoría de las sombras.

Capplannetta con flores amaría

Fui feliz, realmente feliz, en la primavera de mis diecisiete años. Las flores caducan, los veranos asfixian la savia vegetal de los tallos y el olor de los jazmines es veraneante en la noche sureña. Las chicas amarían desde la altura de los cielos y en ellas evocan las flores sus resueltos aromas. Una flor de primavera es diurna y frágil. Como la hierbabuena en la sopa. La luna templa el mar, se elevan las mareas hacia el orgasmo del horizonte. Un presagio de dulce beso en la espesura de la hierba, andas con labios trémulos como la carne que tiembla. Yo no quiero morir de amor en primavera, tampoco en el verano, yo quiero morir cuando los secretos se abran como mándibulas bostezando. Seguiré siendo yo mientras desnudo tu cuerpo de seda en la inquebrantable noche de tus pezones oscuros. Tu piel oscura es belleza de la luna terca de sol. Que brilla, brilla y brilla como un intenso blanco de marfil redondo. A bordo de mi esperanza caben todos los secretos y si alguna vez cometí el error de romper la fuente de cristal, se extinguirán las palabras como mamuts de derrotada vida salvaje. Un pétalo es como una pestaña que cae en un libro. Un suspiro es una gota de esperanza en el trayecto. Un sueño es un simulacro fecundo de esperma onírico. La mujer que me quiera, que me quiera tierno como un brioche en la leche. Con flores se aman los jóvenes que se estropean al paso de la ira. La rabia hará su trabajo como un niño que cae en un cactus. Cien besos puros valen más que todas las plegarias al Dios adolescente que sonríe azul en la temporada señalada. Un libro hay en cada conciencia que se desnuda.