
Como bien dice Gabriel Zaid hay demasiados libros. Hay tantos libros que promocionarte en las Redes Sociales es inútil. Las presentaciones de libros son una manera más de vender unos ocho o diez libros poniendo a la gente en un compromiso. El mundillo literario está plagado de competividad y a la vez de envidias y efímeras carreras de escritores con talento. Hay una cosa que a mí me parece aberrante. Escritores que escriben y no leen. Sin duda estos escritores no tienen el “combustible” necesario para escribir historias. Pero aún así, venden libros, y muchos de ellos están editados en editoriales importantes. La envidia, volviendo a lo de antes, es la gangrena de esta carrera en solitario que sigue siendo la aventura de escribir. Hay mucha competitividad y mucho ego masturbador. Un escritor cercano y a la vez buen escritor es Vicente Luis Mora. Todo un intelectual crítico y tan leído que puede permitirse el hecho de hacer crítica de un libro. Está el caso de Pedro Lemebel que leía muy poco, pero ahí está su obra. Una obra fantástica y muy valiente. Luego es importante señalar el ego masturbador de escritores que han llegado a un punto de petulancia y que creen ser escritores de una ciudad, pero escritores así, buenos de verdad, son Juan Marsé, Pio Baroja, Unamuno, Juan Goytisolo, y unos cuantos más. Escritores locales que apuestan por un escenario que conocen a la perfección. Hay escritores que se posicionan en una premura, sin prisas, y que son buenos escritores leídos pero con mucha paciencia a la hora de publicar. El caso es que competir entre escritores es un error. Yo no creo ser escritor. Más bien soy un poeta del montón que como aficionado he tenido algún acierto. Sin ser epígono.