Capbussat en el lupanar

Unos de manera despectiva las llaman fulanas, rameras o putas simplemente. Ya en la Biblia se habla de María Magdalena. Yo las llamaría prostitutas o escorts, valen caras unas y otras, más baratas, no se paga lo que valen. Mi soledad es tan grande que he visitado el lupanar varias veces. Soy joven pero con necesidades sexuales. Un buen usuario de prostitutas era Charles Bukowski. Yo ahora que no tengo ninguna barrera ante los efectos secundarios que antes sí tenía, he cambiado el celibato por compañías femeninas que me devuelven y me ayudan con su alegría. Es algo que no puedo costear. Y he dejado el lupanar donde me tiro de cabeza para bien de mi economía. Ahora voy a buscar novia seria, aunque estos acondicionamientos no hablen bien de mí. No soy un putero. Soy simplemente un solitario hombre que busca comprensión. Pienso que encontrar una prostituta buena es fácil, se solventan con dinero. Pero, repito, valen caras. Pueden ustedes pensar que soy un vicioso, pero las chicas tienen una disponibilidad y una alegría con su toque de mujer que abren corazones. Existen muchas maneras de amar, pero ¿y si en lugar de follar por follar se contratan por soledad? Este mundo es un foco de infección en temas como la soledad y la gran lacra, el machismo. Cariño, quiéreme una hora. Yo prometo pagarte y no estoy libre de pecado, y no puedo tirarles piedras. Prefiero darles cariño, que amor con amor se paga. Ya no voy a lupanares ni las visito pero una cosa es cierta, como te vicies puedes irte a la ruina. Muchos hombres casados hay que las visitan. Será porque hacen lo que en su hogar no le hacen. Fernando León de Aranoa las llama “princesas”, y la verdad, yo las llamaría reinonas ya que tanto dan por plata.