
Ustedes, que manejan la cordura, que sois hombres y mujeres listos, rápidos y respetados. Que conocéis el destino de los desgraciados. Que veis desde lejos la locura de un señor. Ustedes, que comprendéis las dos caras de una moneda, las dos caras de un calcetín, ustedes, que comprendéis la lógica de un código HTML. Vosotros, que veis los toros desde la barrera, que chamulláis cuando la tarde es homogénea. Los influyentes, los bien destinados, la élite. Ustedes, que conocéis de antemano el destino de los que cogen el atajo más largo. Ustedes, que no tenéis malas ideas, que conocéis el calvario, las espinas y el pensamiento. Ustedes son los jefes de la manada. Vosotros que conocéis el amor de cerca, tan de cerca piel con piel. Ustedes, que vais al psicólogo y al psiquiatra por depresión nerviosa. Vosotros, los que saben lo que vale un peine. Ya estoy colmado de sed. Siento húmedo tu sexo, puedo y no quiero, quiero y no puedo, estoy condenado a la solitaria verdad que tantos intuyen. Mis párpados son morados de llorar sin saber llorar, siempre hacia adentro, siempre tropiezo con la desdicha de no tenerte. ¿Amigos? Pocos pero leales, ellos me perdonan la locura. Yo soy un figurante en este film donde el protagonista me queda tan lejos… No, no quiero ofenderte, pero una larva testaruda me roe por dentro. Dime algo que no sepa, pues ya no me sorprende nada. Yo me tengo que conformar, aunque me rehuyas, aunque tiembles al verme, aunque no quieras mi presencia. Pero como un reloj de cuco te abro el corazón y no sé qué más entregarte. Quisiera amar como se aman los jóvenes. No hubo un lugar más verdadero que lo que recuerdo. El pasado es un olvido sin raíces.