
Hay demasiados poetas en España y en el mundo entero. A veces, sin haber leído a tus contemporáneos, al igual que a los de épocas pasadas, se cae en la falta del epigonismo. Muchos escritores de canciones copian a otros de lengua anglosajona. Pero en el hecho donde más se incurre es en la poesía hispana. Sin haber leído, o incluso leyendo a poetas originales se cae en el error de la epigonía. Yo alguna vez he caído en ese error debido a la música flamenca, que se repite entre cantaores y yo vengo de ese mundo, pero esto no quiere decir que mis poemas carezcan de originalidad. He leído poetas que autodenominan su poesía como innovadora sin haber leído a otros poetas que se han sentado en la silla de la originalidad mucho antes que ellos. Entre el hallazgo de la epigonía y la poesía rimada, que muchos tildan de cacofónica, tenemos un dicho circense, es el más difícil todavía. Pero hay tantos y tantas poetas que puede algún verso parecernos similar con otros de otra época, incluso de poetas contemporáneos. Si se tiene en cuenta que la epigonía gana concursos desde la ceguera de los jueces, también podemos hacer la vista gorda con la poesía rimada y lo que llaman como cacofonía. Cada poeta se siente creador del origen de su poesía. Lo que es imperdonable es el plagio. Pero si nos ponemos tiquismiquis podemos considerar el plagio como parte de un remake, hecho que le ocurrió Fernández Mallo con El Hacedor de Borges. Que las palabras son de las personas porque es una manera de comunicarse, y si lamentamos el hecho de epígonos ante la poesía a estas alturas no es óbice para poner el grito en el cielo. Cada poeta que lea, también que eluda la epigonía, pero la poesía rimada es distinta.