Capplannetta en busca de su inocencia

En el jardín botánico de mi diversa identidad debe de estar la razón de la soledad que encuentro, y a momentos busco. Un hombre solo, a solas con sus muertos, es de alguna manera un ser frío. Digo frío, porque por fin se marchó el invierno. En el jardín botánico de mi inocencia marchita encuentro aires y desaires, rompecabezas imposibles, juegos a los que no quiero jugar, y tropiezos por los que me levanto por que al dormir descanso. Pero en los agujeros del bosque y en los nidos del pájaro blanco están ausentes los que miran para hablar con farfolla. Quiero ser un poeta que ande su propio y único camino. Y eso es muy fácil. Porque al final del pozo está mi condena al ostracismo rotundo. Todos los hombres y todas las mujeres respiran una soledad profunda. Si miras no respires, si respiras no llames, si no llamas no hay nombres y si no hay nombres una muda manera de llamar a lo que carece de espíritu. Hace años buscaba en mis trasteros algún rastro de lo que no tiene nombre. Y al no tener nombre se señalaba moviendo la barbilla. Esto es un ademán prehistórico. Los hombres eran manada y aquel que traspasara el tabú era condenado al ostracismo. Ahora hemos llegado a un punto donde todos estamos condenados a un ostracismo. Somos almas físicas y en tres dimensiones vemos nuestra vida. Pero en realidad somos aire en el que cada uno elige una dirección y se lo entregamos todo a nuestro instinto. Nuestro instinto no es infalible. Muchas veces se encontrará con un yo no he sido, o tal vez se encuentre por azar, o quizá lo encontramos porque es nuestra manera de estar vivos. Se puede estar vivo de muchas maneras, pero la que más nos llena en algunos casos es en la sexualidad. A veces me siento un mendigo que no busca ni encuentra porque ya está totalmente entregado. Pero hay una soledad más dura y más grande que la de buscar por instinto. Es sentirse un desplazado. Un desterrado de la zona habitable. Una sombra. Un alma en pena. Existe una cárcel que nos hace presos pero somos más presos en una prisión. Se exige libertad pero mucha gente no sabe lo que hacer con ella. Solamente el que está encerrado encuentra una libertad. Pero esa libertad es sin duda otra cara hacia la soledad. Quizá valga la pena la soledad.

Deja un comentario