Capplannetta y el amor verdadero

Cuando una mujer se entrega toda al sexo es sin duda un síntoma claro de que te quiere. Yo no puedo querer si no veo de quien me enamore. Quisiera tener una pareja en la que los dos comamos del fruto del amor, aunque ese amor sea prohibido. Prohibido prohibir, esa es mi máxima. Quisiera estar como dos carnes paralelas dispuestas ambas al placer asegurado y a la dicha del amor. Amar es lo único en la vida por lo que vale la pena morir. No me conformo con tener solo sexo, quiero ser amado para yo amar también. Cuando una mujer se entrega en la cama al hombre que ama es una verdadera bendición de los dioses, pues sólo es llamado amor aquello que es a la vez que complicidad, amor sin medida. Tener la suerte de ser amado es un privilegio que no todos han disfrutado. Yo he querido, pero el amor es como un humo caprichoso que se mueve a la par del aire, y puede tomar trayectos según sea el aire que empuje al humo. Quisiera volverme a enamorar. Cuidaría de ese amor como me cuido a mí mismo. Lástima de consejos que se dan sin entender lo que supone una mujer cuando se entrega. Una mujer es toda sensualidad en el momento que ella lo cree oportuno, y el hombre está dispuesto a beber de esa sensualidad para llegar al coito donde los dos andan un camino, y ese camino es un camino para dos. Ambos se juegan el verdadero arte amatorio con las veces en que se entreguen a tales efectos. Deseo ser amado. Pero si no doy el primer paso yo jamás podré avanzar en el camino. Ese camino donde Eva ofrece a Adán el fruto que los expulsará del paraíso, pero ¿acaso conocen un lugar más paradisiaco que una cópula entre sábanas y enamorados en amorosa aunque completa dicha? Es bonito el amor de ambos cónyuges.

Capplannetta y los amigos de zurrón

A causa de los pocos lectores que tengo, he llamado al editor Pablo Méndez y me ha dado el siguiente consejo: que cada día haga un amigo, y así, menos los días vacacionales, y cuando reúna en un año trescientos amigos y otros trescientos en un año posterior, y que cada amigo me compre un libro, tengo las regalías aseguradas, gracias a los amigos de zurrón. Yo le he dicho que la idea es buena. Pero siento decir que yo lo tengo muy difícil . Debido a mi enfermedad me recluyo en casa, y así, como no haga los amigos de zurrón a través del World Wide web no creo que logre ese propósito ahora. Yo, no soy ni antisocial ni un misántropo, pero tengo dificultad para relacionarme debido a mi timidez. Eso, y lo que puedo ofrecer de mi precaria forma de ser. No soy yo el que elige, pero mi editor me anticipó que no era fácil. Si yo pudiera hacer cada día un amigo para que éstos me compren y lean mi trabajo, seguramente sería más leído de lo que soy. Cuando se me vayan todos los pensamientos barrera, cuando sea realmente yo, quizá me proponga hacer amigos de zurrón. Pero ahora no puedo. No puedo siquiera ni tener relación con familiares. Pero puede que parezca raro, pero existen, por suerte o por desgracia, muchas personas como yo. No soy el único, y eso me alivia. Otro consejo de Pablo es que escriba, y eso hago, y no pretendo escribir por rellenar mi web/blog de cosas anodinas. Mi ejercicio de escritor es la mejor manera que tengo para relacionarme. Oralmente no soy muy bueno, y hablar en público me resulta difícil. Digamos que tengo cierto miedo escénico. No soy tampoco el único. Pero lo mejor es hacer amigos de zurrón buenos, aunque en lugar de trescientos libros vendidos al año, venda veinte. Pero para mí lo mejor es que me lean.

Capplannetta y el Internet a edad senil

Siento mucho ver a mi padre luchar con lo que llaman nuevas tecnologías, que no tienen nada de nuevas ya. A ellos les ha llegado tarde tanto lenguaje cibernético y tanta ignorancia frente al que se empeñan y se empeñan. Ahora está la patata caliente en los banqueros. Tienen a nuestros mayores como clientes pero les obligan a usar Internet de manera despiadada. Algunos tienen efectos como la ansiedad y he visto a ancianos llorando en un cajero. Deberíamos poner nuestro apoyo, aunque unos sepan más que otros, y a otros se les puede ayudar a entender informática, o aquello que no entiendan. Dile a un anciano que se familiarice con un lenguaje que no entiende, y a muchos nos enfada porque lo mismo que no sabían programar un vídeo VHS, ahora diles que si el sistema operativo y otros términos angloparlantes los lleva a un estado de impotencia. No se llevan bien con la banca por Internet y tampoco entienden mucho sobre cuestiones de informática. Hemos pasado a que nuestros padres nos enseñen lo analógico y hasta ahora que tenemos que enseñarles el lenguaje digital. Y que conste que no uso el término “Analfabetos Cibernéticos”. Pero no todo es ignorancia frente a la tecnología. Algunos han tenido que aprender a marchas forzadas. Ellos, nuestros mayores, puede que no sepan de tecnología, pero aún pueden enseñarnos a vivir. Enseñarnos códigos vitales de supervivencia. Códigos con los que están totalmente familiarizados. Yo reivindico que la tecnología no sea cosa de jóvenes. Reivindico lo analógico para nuestros mayores. Y el contacto de tú a tú. Quieren tenerlos como clientes pero no tienen conmiseración hacia ellos. Ellos nos enseñaron educación clásica para el hecho, no poco importante, de buenas maneras y a ser buenos ciudadanos. Nuestros mayores son vulnerables y se les obliga a cosas que ellos no entienden bien. Por eso debe ser que ancianos opinan que este mundo empieza a no ser suyo. Es una injusticia.