A Capplannetta le falta algo

Cuántas veces asumimos que nos falta algo. Hay a quienes les falta un tornillo, y los llaman locos. Pero detrás de lo que nos falta podemos echar en falta infinitas cosas. Que si te faltan piezas dentales, que si te faltan las ganas de cualquier cosa, que si te falta un ser querido. La propiedad es aquello que ya tenemos, por eso a mí corazón se lo llevó el río, o cayó hundido tras un naufragio. A Capplannetta le falta o le sobra un hervor cada dos días a la semana. A todos nos falta algo. Esa mala costumbre que tenemos de almacenar y aún así nos falta algo. Lo que le falta a mucha gente es dinero, a otros es Salud, y a otros es amor. Pero a los que les sobra algo y no lo quiere compartir, olerá a rancio como un fruto seco que se marchita sin consumirlo. ¿Qué queremos guardar con tanta ausencia? ¿Qué queremos preservar con tanta urgencia? Me faltan amigos y a la vez tengo muchos hermanos. Lo material se quedará aquí porque la muerte solo se lleva tu alma. Los hay que perdieron el alma. Los hay que perdieron Libertad. Los hay que perdieron cordura. De perder y de ganar nadie está a salvo y todo se juega en la ruleta de la vida. Si te falta compasión te faltan muchas otras cosas más, aunque en esa carencia te puede sobrar soberbia, envidia, ego, y mil detalles más para que entiendas que lo que le falta a uno a otro le sobra, y viceversa. A muchos nos falta naturaleza de voluntades, y la naturaleza al mismo tiempo, tiene una ley injusta e imperfecta, de la que obedecen los animales. Si se carece de humanidad se carece de más de un amor por lo sagrado. Dar para recibir es motivo de que concurres en lo que te falta. Das para que te falte o das para que te sobre. Lo magnifico es que cuando se da sin interés es una virtud que valora la providencia. ¿Te falta cultura? Culturízate. ¿Te faltan amigos? Da aquello que esperas de un amigo. Si este amigo te falla es que no es amigo. Si te falta dinero, no lo guardes cuando lo tengas, y si lo guardas o te apropias de lo que no es tuyo el crimen no compensa demasiado o nada.

Capplannetta y el sentido nefasto de la propiedad

Decía Ernest Hemingway que nada te pertenece hasta que lo regalas. Yo en mi adolescencia no he tenido sentido de la propiedad, he tenido un par de ciclomotores y, la verdad, era como no tener nada tuyo, salvo que era un vehículo para ir a trabajar. Y tenía una documentación donde por aquellos años hacíamos los cambios de nombre con un bolígrafo. Imaginen lo rudimentario del asunto. Era como una pequeña anarquía, ya que las cosas han cambiado y mucho. Ahora tienes que ir a la jefatura de tráfico tanto para cambios de nombre de vehículos, como también para darlos de baja. Pero cuando conforme vas haciéndote mayor y te independizas, y casi siempre de alquiler. Hasta que te das cuenta que vivir solo es caro, y vivir en compañía desemboca en problemas de convivencia. Con el tiempo te echas novia y te casas. Entonces se convierte todo en una odisea para encontrar piso primero, después, que un banco acepte concederte una hipoteca. Las hipotecas rondan en duración de veinte a treinta años, y otras las hay de hasta cuarenta años. Pero ese no es el dilema. El dilema viene cuando ves a la gente disfrutar de la vida (algunos) y otros amarrado a la gran estafa que es un banco. Y lo digo así, como lo siento. Entre notarías, hipoteca, seguros de vida, y otras mierdas más, te vas quedando en una jaula de oro a la que llaman confort, eso, o vivir por encima de tus posibilidades, ya que nadie regala nada y los sueldos son precarios. Entonces, aunque seas todo lo radical del mundo, te haces cautivo de el amasijo de dinero que entregas, y no es dinero, el dinero huele a sudor, es tu tiempo, un tiempo perdido totalmente. Así es.