
En esta casa de cristal donde tengo mi morada me convierto muchas veces en fugitivo de la tragedia. Huyo de laberintos eternos, de abismos donde reside el miedo. No quisiera saber del emisario negro que me relata. La culpa es sólo culpa, señal de que el corazón es noble. He custodiado mi lamento y he cansado a los cíen reyes del mundo. Yo, fugitivo de mi tragedia también llevo a cuestas la tragedia de los demás. Quisiera compartir mi alegría, que el agua se mueva con fuerza poco me importa. Tengo la dicha de reunirme con mi soledad por eso camino despacio. No tengo risa para los esclavos del mundo, seis cicatrices tiene mi cabeza. Tal vez en un futuro inmediato acabe por tener compasión por los vigías del sentimiento. No quiero llorar ni gritar a los cuatro vientos. Me hago daño sin mi conciencia de paz tranquila. Solo hay un camino hacia la amistad verdadera y es que el amor con amor se paga. Pero yo fugitivo de mi propia tragedia y la de las personas que amo y querré esclarezco el lenguaje que veo entre rendijas y de cualquier manera. Tengo el miedo de las temidas calumnias, pero prefiero cantar y sacudirme de polvo. Hubo una vez que no corrí y era paciente, ahora pierdo la calma, pero sigo siendo latido alegre, que sueña con la noche de la azulada golosina. Gracias padre por traerme en esta noche, gracias mamá por el consejo, en un velero me iré con el corazón como rumbo. No debe haber peligro en lo que se notifica en susurros. Bajito, dímelo bajito. Yo que soy fugitivo de la tragedia, me quitaré la máscara y el pijama, me haré representante de la palabra sagrada. Me sumergiré en mi lago interior y sacaré una dulce estrella que ilumine mi destino. No, no pretendo ser el fanático de la última palabra, seré capitán de mi velero, no necesitaré nada más. El trasiego de las avenidas en las grandes ciudades tienen un misterio de individuo solitario, de ojos que buscan al sueño. Hay millones de fugitivos pero no de la tragedia. Poco importa si hay un reo en la Nocturnidad, o poco importa si se traga su maldición, las personas no nos conocemos, tan sólo el parentesco es el tótem de esperanza viva. Se despide este fugitivo, hoy luzco de sol, mañana será gris invierno.