
De los días que peor lo he pasado fue el día que acompañé a mi padre a pagar las deudas en cada banco. Las deudas las contrajimos mi ex y yo, pero mi padre estaba muy enfadado conmigo. A mis padres le dieron un préstamo importante. Y en cada banco, en cada lugar donde mis padres tuvieron que hacerse cargo de las deudas de los dos, mi padre llevaba una cartera como billetera de 100€ 200€ y 500€. Me dejaron limpio. Es decir, dejaron a mis padres limpios y en cueros. Yo era culpable de la deuda y responsable de lo que ocasionamos. Recuerdo hasta que pagaron una deuda de un Centro Comercial que no tenían porqué pagarla ellos. Yo conducía el coche y mi padre en cada banco que paraba me decía: -¿qué? ¿Ya estás contento? Siempre lo recordaré. Nunca he visto a mi padre con tremendo enfado. Me sentí tan culpable que trataba de no aparentar sonrisas, zalamerías, y traté de hacer ver que yo también estaba preocupado. Yo me traje a mi país a la susodicha. Pidieron un gran préstamo, y además de otro dinero que no diré su procedencia. Ahora puedo decir que he ayudado a esta chica después del divorcio. Cosa de la cual me arrepiento. Todo el olvido lo he ido hilvanando de recuerdo en recuerdo. Para llegar a la conclusión de que a pesar de lo que me hizo no le deseo mal. Pero no la quiero en mi vida. Mi matrimonio no me llevó al manicomio, pero a punto estuvo de hacerme caer como un naipe en un castillo. Olvido blanco, olvido que se ensucia con las manos sucias de un acto manipulador. Olvido blanco, es ese olvido que perdonas pero no olvidas. Atrás quedaron perdones maltrechos.