
Cuando morimos en las lápidas y las esquelas se pone RIP, o DEP, todos sabemos lo que significan. Pero muchos creemos que después de la muerte está la paz deseada. Y puede que nos equivoquemos. La paz es algo tan necesario como el alimento o el ocio y el descanso. Pero la verdadera paz es aquella que consigues por amor o por sustancias variadas. La paz de la inocencia es una paz que en un futuro puede llevarnos a la locura progresivamente. La verdadera paz se encuentra en la alegría que tenemos y aquella que podemos dar a nuestros semejantes. Si tras encontrar la gran verdad del mundo no hallas paz y alegría es un peligro que te puede arrojar a la megalomanía. Todo parte de la serenidad, la plenitud y el saber estar. Si no te enseñan en la casa paterna a sortear el infierno te lo enseñará la vida y algunos caen en el proceso. Existen muchas formas de luchar en contra del infierno de lo que no entendemos o no logramos a comprender. Pero esta vida está adherida a varios tempos infernales, pero salir indemne sólo será por mera sapiencia en el saber estar, o en la comprensión que muchas veces nos obliga la vida. Es comprensible que para acabar con el infierno de la vida quieras desprenderte de ella en el suicidio. Y es un error. Un error que nos declara como incapaz y se va del baile antes de su hora. Es mejor reír y tratar de darle alegría a las personas (sin hacer el ridículo) y serás así correspondido. Como dicen los versos del poema Palabras para Julia: …muchos esperan que resistas, que les ayude tu alegría… Son sin duda unos versos que sentencian las claves de la vida. Hagan eso, ayuden con su alegría.