
Mientras que dejen de tratarme como a un enemigo seguiré siendo dos Capplannetta’s paralelos. Uno se denomina Casimiro Oquedo Medrado y el otro se hace llamar Cecilio Olivero Muñoz. Al ser dos personas distintas, la una de la otra, tendrán que elegir y odiar a Casimiro o tal vez odiar a Cecilio. Los dos personajes paralelamente son la disputa eterna de sí soy o no soy aquel que fue. He sido tantas personas que ahora nada más soy Capplannetta, y lo seguiré siendo, orgulloso estoy de él, de sus dos yosotros. Porque cuando escribo lo hago desde la trayectoria específica de cómo otros me han amado, o han dejado de amarme. Quiero ser dos personas porque cuando no soy la una quiero y deseo ser la otra. Estoy ante una dicotomía. Yo no soy cosmonauta pero lo soy desde hace algún tiempo. Soy plegaria del quenopasenada, soy alegría fermentada en la borrachera donde beben ocultos los muchachos del solar. Ser Capplannetta es algo que hay que nacer para serlo. Lo soy porque yo tengo el delicado proverbio que anuncia la luz que reclama la luna. No tengo tierra. No tengo fuga. No me quieren como comensal en ninguna parte. Aunque yo sea una persona educada posiblemente.