
Tengo muchas cosas que decir ante la dificultosa afición a las letras. Hay más escritores que lectores. Y muchos escritores tienen la desfachatez de que les lean sus textos, pero ellos no leen a nadie. Yo ahora estoy viviendo un momento de desequilibrio emocional. El mejor ensayo que puedan encontrar sobre este tema es de Gabriel Zaid, en su obra Los demasiados libros. Sin duda sus ensayos son una base descomunal de datos y cosas que desconocía. Lean a Gabriel Zaid, mexicano y sin rostro que ponerle. Otro escritor que me está gustando mucho es Jorge Carrión, en efecto este escritor además de ser un divulgador, también es un escritor sin miedo a las masas, y si éste escritor está teniendo suerte publicando su obra, es un escritor a la vanguardia de los nuevos avances tecnológicos, literarios y me encanta su programa Solaris, ensayos sonoros. El programa es innovador y espero que no se acabe durante años. Es un programa fresco, donde aprendes, donde se recomienda bibliografía. Jorge Carrión escribe desde el New York Times pasando por el Paris Review y también en el periódico español La Vanguardia. Yo hay momentos que lo leo y lo escucho y quisiera ser como él de mayor. Pero me miro al espejo para encontrarme con la gran imagen de que soy un aficionado y él es un profesional. Pero no me importa. Se escribe porque no hay otra razón más directa de pensar en lo que se dice, aunque también sea literatura lo que no se dice. La verdad es que me siento más libre ahora que no me conoce nadie, y si llegaran a conocerme ya tendría que tener que trabajar para mejorar. Cosa que me atrae por la pasta ofrecida. Hay cánones que resultan un coñazo. Primero es divertirse leyendo, después escribiendo y luego intentar crear para ti aunque también se debe pensar en el lector. El lector lo es todo. Con respecto al lector debes de ejercer de guía en el camino narrativo y poético. Al final el esfuerzo será recompensado. Ya no por los Reyes de Suecia, sino por los grandes lectores que, ahora con las recientes tecnologías, tienen mucho donde seguir. Por supuesto ahora con interés se abarca notoriamente en la literatura. Pero se debe leer, escribir o crear desde el enamoramiento que la gran verdad obsequia, “el conocimiento”. Ese es el verdadero legado, el que vale la pena y que se perderá como lágrimas en la lluvia