
Existen muchas razones para que un médico se ría de disparates provenientes de la sexualidad. Por ejemplo, cierta vez que una mujer llamó a urgencias para que viniera la ambulancia a buscarla, llegó ésta al hospital y se encontraron los médicos de guardia del servicio de emergencias que la mujer tenía una botella de coca-cola introducida en la vagina. Los médicos y enfermeras no podían creerlo, o sí, ya que en la vagina de una mujer caben los neonatos, ¿por qué no iba a caber una botella de coca-cola? Sin duda, esta mujer se saciaba sexualmente de esta manera. Hay que decir que tenía un gaseoso apetito sexual. También ocurre el caso de la coprofagia. Que es comer excrementos propios del cuerpo humano. Existen prácticas como La lluvia dorada, que es orinar en la cara de alguien, práctica sucia y una humillación consentida, propia de personas masoquistas. También hay experiencias como el canibalismo. Aunque después está la zoofilía, hombres o mujeres que hacen sexo con animales. En un barrio colindante con el mío sacaron a una mujer madura enganchada con un pastor alemán, al pastor alemán lo taparon para que la gente de la calle no lo viera, pero el animal sacó su cabeza y pudieron verlo los vecinos. Al parecer la mujer practicaba sexo con su perro, y ya se sabe lo que les ocurre a los perros cuando copulan, se les hincha el pene dentro de la vagina. La mujer tuvo una experiencia perruna. Otro caso es el de un hombre que practicaba sexo con gallinas. Resulta repugnante, porque las heces de gallina apestan. Pero en mi barrio, ya en la zona más campestre, se dio el caso de un hombre que practicaba sexo con una burra. Lo pillaron con las manos en la masa en plena faena. Se sorprendieron mucho los dueños de la burra, ignorando tal vez el apetito que originaba su burra. En fin, que la sexualidad es como los colores, cada cuál tiene sus preferencias.