Capplannetta y el miedo al miedo

Cuando el miedo llega a los confines de tu mente, se queda para él el sueño entero. Miedo al miedo es la terrible presencia del silencio. Miedo al mismísimo miedo. Miedo torero. Cuando el miedo entra en ti pone huevos en tu día a día. Se convierte en el anfitrión de sus dos mejores amigos. La soledad y la noche. Se pasea como un camaleón mimetizado entre los delirios y la locura. Tiene miedo todo el reino animal. Una calavera asusta al ladrón más valiente y es más productiva que el guachiman. En la noche los guachimanes del Callao son una red de silbos que asustan a los ladrones. Miedo inquisidor que se mete como una rata negra devorándote el cerebro. Existen mujeres sin miedo. Y hombres que huyen de los perros. Miedo al miedo. La cabeza del conquistador Pizarro está en alguna parte, algo parecido ocurrió con la cabeza de Nostradamus, el pene de Napoleón y la gran verga de Rasputín. El miedo puede llegar a ser tu compañero en el día a día, cuando necesites alcohol para el rendimiento de los motores de tu vida. El miedo puede acompañarte dos veces por semana, o predisponerte cada noche cuando se va la luz del sol. Un guachiman avisa a la patrulla de serenazgos, que son oficiales, como antiguamente estaban en España los serenos. ¡Sereno que mi mujer está de parto! Cuando regresa el matrimonio el sereno pregunta: -¿qué ha sido niño o niña? Orden, seguridad, respeto a la autoridad, simbología propia de países en dictadura, o países de distopías con sus toques de queda. Hay a quienes aún persiste el miedo a que los miren, se sienten desnudos, y no pueden controlar la calma en sus pensamientos. Megalomanía de intermitencias que se han hecho dueñas del cautiverio en estos tiempos de esclavitud momentánea. 

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