Capplannetta y el veraneo

Como no tengo dinero este verano me quedaré en casa. Acuden y llaman a mi esperanza deseos de que el verano no sea como todos los años. Dos meses infernales de calor y agobio. Es parecido a la Navidad, porque presiento que otros tiempos vendrán y puede que sean peores, o mejores ¿por qué no? Para mí el verano no es agradable, ya que huyo de las multitudes y de las playas y piscinas. Y (repito) como no tengo dinero me quedaré en casa escribiendo para este blog con el que me consuelo a veces, otras me desnudo, y otras veces suplico. Lo que no hago es exhibirme. La soledad tiene dos aspectos, el positivo, donde todo es bienestar y tranquilidad, pero después está el negativo, ese momento en que hasta tú mismo no te soportas. No creo que haya que contar la verdadera razón por las cuales odio las aglomeraciones. Ustedes pueden pensar, menudo amargado, y puede que tengan razón. Pero alguien dijo una vez que mi realidad soy yo y mis circunstancias. Aunque en estos momentos de baja forma no me apetece nada veranear. Voy  aprovechar este tiempo hasta septiembre para deshabituarme de ciertos medicamentos y conseguir no hacer daño a nadie tras mis crisis existenciales. En otros momentos de mi vida sí he querido veranear, también quisiera ir a un supermercado y comprar aquello que me guste, o sea, llenar el carrito por mí mismo, y no ser egoísta y dejar a mis padres que vivan su vida. Porque sí, me he emancipado, aunque no del todo. Gracias a ellos he podido pasar largas temporadas sin salir, sobre todo durante el confinamiento, que venía mi padre con guantes y mascarilla y me dejaba la compra en la puerta de casa. Que pensándolo bien, yo creo que se creó mucho alarmismo por las autoridades. 

Capplannetta tiene cuidado

Me vienen a la cabeza canciones que avisan aconsejando un sumo cuidado con según qué cosas, y según qué personajes. Por ejemplo, hay una canción del salsero puertorriqueño Ismael Rivera, la canción se llama Yoyó y les invito a que la escuchen en cualquier plataforma. Esa misma letra fue introducida por el rumbero Ramonet en una canción con mucha marcha. Luego está la versión de Manu Chao llamada Peligro donde nos avisa que porqué hay que tener miedo a la vida. La canción es una adaptación distinta a la que ya cantó y compuso Rubén Blades. La canción dice así: ¿qué pasa por la calle? No pasa na’ . Peligro, cuidado en el bar, cuidado en el barrio, ten cuidado, peligro. Es una canción optimista que se ríe de los miedos. Aunque éstos miedos estén fundamentados, la vida es un sortilegio de vicisitudes a las que enfrentarte. Voy a dar un ejemplo que viene muy adecuado en este tiempo. La lucha de Israel contra Palestina. Una lucha inhumana, una lucha injusta. Yo estoy a favor del pueblo palestino, ya que con medios menos potentes están luchando por un trozo de tierra que les pertenece. Y lo hacen sin ningún miedo al peligro, sin ningún temor hacia el gigante Goliat, con el respaldo de USA. El pueblo palestino es un pueblo con dignidad ante la barbarie invasora, aunque deben replantearse nuevas negociaciones, es preferible que no haya miedo ante tal derramamiento de sangre. Pero bueno, esto me lleva a que a veces el miedo tiene fundamento, ya que la ceguera de la humanidad es siempre la culpable de que no se tenga apego hacia la vida. Miren lo que está sucediendo en Colombia, otro pueblo en guerra permanente. Abran los ojos, el miedo es un inquisidor de estos tiempos. 

Capplannetta y la ficción

La realidad, dicen, supera a la ficción. Escribir ficción no lo considero malo, no se confundan, ya que existen libros de ficción muy buenos. Pero yo prefiero palpar la realidad, y no es que sea como lectoespectador un insulso que es incapaz de imaginar. Ya lo creo que imagino (ficciono). Pero me llaman más las historias que tienen un poso de realidad, mucha o poca. Escribir desde la autoficción no me parece mala idea. Y escribir narrativa realista es lo que me pone. No es que yo sea como una “Maruja” que vive de los chismes de la vida, no. Me gusta la poesía también, la narrativa, la metafórica, la metafísica, la realista, la poesía de la experiencia. Pero no creo en los jeroglíficos. La poesía hermética me disgusta. Atrás quedaron poetas de mucho hermetismo. Los he leído. Quizá yo no alcance a comprenderles, pero no, no es lo mío. Hace algún tiempo leí en Twitter el siguiente mensaje: se escribe de lo que se conoce. Sí, es obvio. Pero no añadió que la vida o la literatura (en este caso) no tenga distintas posturas o perspectivas. Yo prefiero la literatura que pone sus pies en el barro o el suelo, tal vez que no lo bese, o que vaya de puntillas. A mí me interesa todo lo que experimente desde la experiencia, valga la redundancia. Quizá se me escapen de las manos algunas lecciones culturalistas, pero no voy ni de genio, ni tampoco de lumbreras. Huyo de la ficción pero la leo, aunque donde se ponga una historia que parte desde la verdad que se quite la imaginación. Además, en la autoficción y en la novela realista también se imagina, se intuye, se descubre, se averigua, pienso que todo es cuestión de ser un buen lector. En fin.