Capplannetta y la censura opaca

Alguien debe haber detrás de toda esta conspiración, porque quiero que lo sepan de una vez por todas. Alguien nos ha castrado, nos ha tapiado el paisaje, y nos han desplumado las alas. Alguien debe haber sido, porque está claro que debe haber un culpable. Un culpable oculto tras esta violación. Empezaron con arrojar nuestras risas al mar, después dijeron que había contaminación y nos asfixiaron de aburrimiento. Prohibieron los lupanares, el tabaco mentolado, la pornografía, las relaciones humanas las cambiaron por protocolos rancios. Prohibieron la diversión de los ángeles con sexo y los encerraron en los sótanos de las tinieblas mugrientas. Acabaron con los sindicatos, con las asambleas, con la unión de pájaros migrantes del sur, con el bostezo acabaron y te obligaban a no sonreír, también censuraron las carcajadas. Nos daban pan duro, lo ablandábamos con refregones de tomate. Le echaron la culpa a los santos inocentes, se burlaron de las auroras, decían que querían desvirgar a la noche, prohibieron la poesía, también los besos en los parques, pintaron cruces en los hogares donde hubo alegría, decían que venían a salvar el mundo, y cuando nos dimos cuenta ocuparon todos ellos el mundo. Querían los placeres de la vida para ellos mismos, para nosotros guardaban las cadenas de acero en las cloacas. Prohibieron los abrazos y cambiaron las pesetas por esclavitud bancaria. Ya no se juega a la comba, ya no juegan las niñas a la goma, ahora somos mendigos del microprocesador. Una plaga de muertos vivientes se cruzan por los otoños de hojarasca y ocre, nos están matando, dijeron los valientes, suprimieron los apellidos y las antiguas familias. Pusieron cámaras y más cámaras por las calles, por las plazas, por los mercados. Prometieron paz y sólo tenemos guerra en nuestras ciudades. Se lo contamos al rey y el rey dijo que era uno de ellos. 

Deja un comentario