
Gran parte de las religiones se fundamentan en fomentar la culpa como adoctrinamiento hacia los religiosos. Existe mucha gente que toma a la religión como un sagrado limpiador de sus conciencias. A veces malas conciencias. Es muy propio de personas resentidas culpar a los demás de lo que nos pueda pasar. Y no quieren ver que los culpables somos muchas veces nosotros mismos, ya que emprendemos un camino equivocado. La culpa, la sagrada culpa. Esa pesada losa en la que muchos hemos tropezado o llevamos a cuestas día a día. La culpa la trabajan bien los manipuladores. Esos que exageran los oprobios, o les ponen tamaño de corto o largo alcance a las libertades. Yo puedo ser culpable de lo que hago y digo, pero la culpa tiene muchos puntos de vista en los que buscamos el perdón, ya sea divino, o familiar, o conyugal. Muchas veces se culpa sin criterio, solamente por ser de una raza marginada, o por simple lucha de clases. Los ricos culpan a los pobres, y viceversa. Pero también se culpa a los gobernantes de un país habiendo ciudadanos que no crean las culpas, suele pasar mucho en los países corruptos. La oposición culpa, y entre pactos de pasillo obtienen perdones y prebendas aquellos que en su momento culparon. Aunque hay una cosa que va más allá de la culpa, y es la calumnia. La calumnia es una mentira que culpa salida de los labios de gente hostil, tóxica y envenenada. La calumnia es prima hermana de la culpa, aunque de ella sea difícil escapar, al eludir una calumnia siempre quedará parte de la mancha. La calumnia es una mancha, decía Camarón de la Isla, y añadía: que no se borra con nada. La culpa, sentimiento bastardo de la mala conciencia.