
Corro y corro aunque quisiera ser una piedra más, un guijarro inútil, que ni se mueve ni para quieto. Yo quisiera que os ayudara mi alegría, aunque diría que la malgasté en botica y ahora no tengo dinero ni para pesarme. Recuerdo un niño que fue niño como todos los demás. Jugábamos a la pelota en los parques. Y yo me apunté a actividades extraescolares. Me dediqué al atletismo. Entonces sí estaba delgado. Aguantaba corriendo tramos y tramos sin cansarme. Gané varias medallas. Pero hace tiempo que llegué a la meta. Toqué fondo y ahora corro y corro. De pequeño me encantaba ir a la pastelería El Cisne. Qué bien olía ahí dentro. Era como la casa de Hansel y Gretel. Mi madre me compraba un cruasán, y estaban deliciosos. Soy un romántico. Estoy repleto de nostalgia. Pero la nostalgia implica a aquellas personas que la viven contigo. Siempre quise tener una mujer morena. Como los cuadros de Julio Romero de Torres. Todavía conservo un billete de este pintor. Me gusta guardar tesoros que parten desde la nostalgia y queda para el futuro de este mundo de progreso absurdo. Soy un romántico. Todavía conservo el primer libro que leí, también conservo unos pocos cuentos pequeños, y mi libro gordo de Petete. Conservo muchas cosas del pasado. Mi hermano me trajo unas cuantas. No tienen valor económico, pero sí sentimental, y es que soy un romántico. El coleccionismo breve es la prueba de que llegué al fin a la meta. No conservo mi medalla de oro de nacimiento, la empeñé por veinte Euros. Entonces estaba mal, pero muy mal. Dicen que ha venido la primavera, pero yo sigo teniendo frío. Me tapo con mantas de poliéster. No soporto mantas pesadas. Dicen que ha venido la primavera, y tienen que estar anidando los gorriones en los tejados. Cuidado con los gatos.