Capplannetta lee en bicicleta

He leído demasiadas veces en bicicleta, ya que soy Capplannetta, tengo la credibilidad de los que viven con el agua al cuello. Pero no me puedo quejar, he corrido, he ido a nado y ahora voy en bicicleta. El triatlón de un anfibio cautivo del vademécum. No suplico una lágrima, quiero tu sonrisa, y si te encuentro triste te ayudaré con mi edulcorada alegría. Recorro puntos como rutas desde Sabadell a Constantinopla. Me gustan los paisajes que no veo, me caen bien las personas que no conozco, desconfío del aliento de los abogados. Soy amigo de burócratas que exigen revolución, soy amigo de las flores de Oriente y tengo una costilla rota o herida desde que traté de conocer el resultado de la gran verdad del mundo. ¿Para qué quieres ser amigo del ilustre parnaso de poetas engreídos? Si a ti sólo te consuela tu poesía fugitiva. Me voy, me recorro el barrio en bicicleta, porque yo soy Capplannetta, un capgrós en pijama, un capgrós sense planeta. Ustedes inténtenlo, pues no hay nada mejor que leer en bicicleta. Remover conciencias, sacrificar un verso por no hacerle daño a una mujer. Huir de las lindes y de todas las fronteras, epitafios amontonados en el lugar de siempre. Yo quiero ser enterrado en un oquedal, en la profundidad de un Dios con angustia existencial. Quiero ir en bicicleta y pasearme por los carriles-bici de ciudades peatonales. Pedaleo y pedaleo, algunos se han cagado en los calzoncillos subiendo por los puertos de montaña. Prefiero ir en bicicleta y bajar cuestas sin esfuerzo, cuando una cuesta arriba requiere plato pequeño sudo la lipotimia  de las rutas en ayunas. Soy postmoderno y soy primitivo, lo que no soy es tardío, nací en un tiempo preciso. Trato de no molestarte, vecino.

For Capplannetta black is beautiful

Adoro la plata del reflejo de luz en tu piel. Me aproximo a tu azul de noche y swing de jazz que pulula en los charoles. Yo quisiera ser amigo de reyes que dormitan en Harlem y buscan con una linterna las minas del rey Salomón entre los trasteros. No han inventado máquinas ni artilugios, han creado alma y espíritu para la humanidad. La marimba y los bongós trasmiten el bombolom de macadamia. Para usted, mi antepasado, mi tatarabuelo, mi ancestro olvidado, mi pariente remoto, deseo para ti paz, progreso, evolución y revolución industrial en este siglo donde la sangre vale menos que el coltán. Me sueño entre las selvas de Guinea, y brújulas sin norte buscan el negro de tu color milenario en las cloacas de una Europa desdentada. Me gusta tu color, lo sabe, lo sabe Dios. Dios, que es un anciano sabio, como Moises, como Leonardo, como Zoroastro, que derraman la bendición a los traficantes del sacrificio, sacrificio que gritan vigías del palabro como cáscaras podridas. Bendigo vuestra causa que ni insulta ni ofende a los que saben de vuestra biblioteca eterna. Compongo estos trazos con un arrullo que quiero gritar a los dueños de la pesadilla en el amarillento oprobio. Busco tus misiones en la NASA, las recopilo en mi mapa sentimental. Alma de imagen y bronce, y tacto de negro terciopelo. Me aúpan los antiguos andaluces que conocen la astronomía del universo con una mirada puesta en las estrellas. Soy tu Capplannetta que borra con goma de lápiz las injusticias perpetradas por el asqueroso oro negro. Ellos como amantes de la sal mineral me avisarán del hallazgo de espiga en el diamante destinado a las princesas antojadizas. Lo negro es bello, jamás el corazón negro. Cuánto daría por un beso de esos labios de carne opulenta para ver el asombro de las conchas tan crudas por dentro. Reinas del extrarradio se esculpirán sus venas yugulares. Quisiera estar en tu Guinea y cruzar mis piernas y mis brazos ante la puerta del no retorno. Todavía esclavo, después sabrán que es mejor ser cimarrón libre que un esclavo del odio, ellos serán rabia e ira como una ola del mar levantisca, de salitre, espuma y un blancor donde fallecen de azuladas profundidades estallidos de culpa. Santa Isabel desnuda por Bioko ante los desmayos tras la patria del esculpido hombre que persigues. Haces muecas junto a tu árbol de cacao, te sientes bendecida por el mango en los yogures. Te voy a querer para que sientas que ser humilde es fundamento, aunque no deseo cloroformos arbitrarios ni escarnios entre fotos antiguas. No te olvides de tu promesa al viento.