Capplannetta y el adiós constante

A veces no puedo mantener un conexo entre lo que digo y lo que pienso. Tras los ojos de tu teléfono suena con más fuerza el pulso que el murmurado dialecto. Yo no comprendo este dolor mío y éste adiós constante, te suplico, yo te imploro, pero te vas yendo y mi vacío es un ciego hasta-luego, volveré, te lo prometo, me dices tú y yo te creo, te creo, como un niño al que le prometen juego y después llora con la esperanza de lejos. Mi realidad no es la tuya. Yo en tu realidad te prometo un devorado esqueleto de pájaro pequeño, cruzo autopistas, atravieso empeños, busco la verdad del agua en el óxido del hierro. Conquisto ciudades que no quieren extranjeros, trepo las cornisas miedoso por respeto. Y siempre el adiós constante se hace más y más grande, yo me bebo mi propio veneno, y me sacudo, canto luego, y descubro en los úteros del tiempo que soy el último, y el primero, por un lado tu recuerdo, por el otro me entretengo. Yunta de esclavos atraviesan los invernaderos, cogen dormideras, cogen yermos lascivos vientos que tormenta se harán cuerpo adentro. Patíbulos de criminales confesos te castigan la fiebre del elemental alfabeto, y discrepas con los solteros de sí el matrimonio es malo o es bueno. Yo me voy cansado y de noes repleto, cautivo me encontraré en los hogares desnudos por completo, anfibio tú rondarás el espacio que aparento, y lagartijas y estrellas de mar serán tu esperanza y consuelo. Que no me digan jamás que lindo con mi pensamiento, no interpretes una verdad que es vacua como el que se agacha a coger un céntimo. Ya llegaron las llagas, y te escupo y te muerdo, ya no serás más adiós constante, serás lo que no me atrevo a mirar aunque lo intento. Seré un sueño estando despierto, serás trago de alcohol, risa y sueño del vuelo.

Capplannetta y la nostalgia

Tengo amigos a los que a mediados de los noventa les dio por la música máquina y siguen aún en sus trece. Yo no, tengo que decir que yo me quedé “pillado” en la rumba y el flamenco y ese es el tipo de música que escucho. La música electrónica una o dos horas está bien, pero no es una música en la que yo entre en conexión con los maquineros, y las veces que he ido a Valencia o por diferentes palacios de la máquina de la comarca catalana, me he quedado en los aparcamientos a la deriva, aunque en los coches también se escuche máquina. Cuando hablo de palacios, más bien eran templos del techno. Hablo de Chocolate, del 8, de la Nau-B3, del Escorpia, del Pont Aeri, y por supuesto del Xqué. En esas discotecas todo el mundo iba puesto de éxtasis, de speed, y de cocaína, era la fiesta, cuando la fiesta acababa nos íbamos de matiné. El éxtasis tiene una particularidad con respecto a otras drogas y es que fuerza el sistema nervioso, y los bajones son muy fuertes, aunque yo tengo amigos que de bajón han jugado al fútbol, qué locura. Y ahora que el tiempo ha pasado me quedo mejor escuchando la música tranquila y placentera de la rumba y el flamenco, a veces rap, y otras veces música latina, pero siempre en castellano, salvo la bossa-nova que es en portugués y en francés. Pero lo que más escucho es flamenco y rumba. Analizando bien los años de los noventa me quedo con el primer periodo, de los 90 a los 95. Lo he dicho otras veces. Íbamos a discotecas de ambiente rumbero y en aquella época tomaba alcohol y porros, pero con mesura. Lo que más me gustaba en aquella época era follar con tías. Pero los años pasan, y a veces mejoran o te hacen caer en plena decadencia. Pero en fin, vivir de la nostalgia es vida, al fin y al cabo. Tengo experiencias muy divertidas de aquellos años y muchas veces esa nostalgia me ha traído fantasmas de antaño. Pero me lo he pasado bien en definitiva. Me dan pena los chicos jóvenes de ahora con la mierda de la pandemia. Adoro a la juventud, aunque el reggaeton no lo soporte. Pero me gusta su predisposición para pasárselo bien, me recuerdan a mí. Espero no haberles aburrido con mis batallitas de pureta sin sábado noche. 

Capplannetta y el día del libro

Hoy, como todos los años, es un día del libro similar al anterior. De verdad que no sé cómo será este, lo que sí sé es que los lugares donde se venden rosas por Sant Jordi estarán más concurridos que las librerías. En Ediciones Vitruvio van a hacer algo especial, veremos a ver la sorpresa que nos tiene preparados/as Pablo Méndez. Yo estoy expectante. Yo no suelo regalar ni libros ni rosas en estas fechas por cuestiones que no diré. Aunque rosas no, pero libros regalo varios a lo largo del año. Ayer 22 de abril fue el día del planeta, y hoy 23 el día del libro, como todos saben, pero ahora con el COVID-19 sin duda es un día como cualquiera, desde el 2020. Y con respecto al día del planeta me parece un tanto hipócrita, ya que el día del planeta debería ser todos los días, aunque mucha gente se está concienciando, el planeta sigue haciéndonos tic tac en un repetido tiempo a contrarreloj del que no debemos bajar ni un momento la guardia. Yo para el 23 de abril les puedo recomendar varios libros, pero el más importante que deben leer es el que resulte más placentero, yo leo por ocio, mas he leído a veces para conseguir información, aunque la consiga por Internet. A mí eso de firmar libros no he tenido la suerte de que me ocurra, pero todo se andará. En las redes sociales veía grandes autores firmando y haciendo promoción de sus libros, pero yo creo que no me manejo bien con las redes sociales, aunque yo lo que quisiera realmente son lectores, pero para eso, que no es mi caso, debes escribir ya no bien, de manera magistral, y en este mundillo editorial tienen lectores escritores conocidos, o famosos. Yo prefiero vender lo justo pero que me lean. Ayer se fue la luz del alumbrado público de madrugada y la plaza donde yo vivo estaba en tinieblas. Aunque siempre están en obras por el barrio, yo me pregunto ¿cuándo van a lograr al fin encontrar el tesoro? Pues cuando no es una obra de alcantarillado es otra cosa. Es broma. Pasen un día del libro entre escritores y lugares adaptados y tengan cuidado con el COVID. Ese virus maléfico del que algún día tengo que hablar en serio. Aunque hablen demasiado por televisión.