Capplannetta y el Alzheimer

Mi abuela padeció el mal de Alzheimer los últimos años de su vida. Es una enfermedad terrible, pues el enfermo entra en un deterioro paulatinamente que no sólo lo deja sin memoria, se vuelven vegetales. Mi tía fue quien la cuidó hasta que falleció. A mi abuela no le faltó ni higiene, ni alimentación ni mucho menos cariño. Entre mi tía y mi prima la cuidaban dándole todo el cariño. Mi abuela fue toda su vida una mujer luchadora y por las historías que cuenta mi tío, y que escribe, fue una mujer que las pasó moradas en el pueblo en los años de posguerra. Luego se vino toda la familia a Catalunya y fue el principio del fin. Cuando murió mi abuelo se marchó al pueblo. Y con los años fueron reapareciendo los síntomas de la enfermedad. Recuerdo cuando se la trajeron del pueblo porque los vecinos decían que hablaba incoherencias. Yo era un crío. Pero recuerdo bien cuando le cerraban la puerta del apartamento de mi tía con llave, porque se quería volver al pueblo. Mi tío y mi padre, con cierta complicidad, reían cuando les regañaba por no dejarla ir al pueblo. Entonces hablaba mucho y yo disfrutaba oyéndola contar historias, era sonriente y debió ser muy atractiva. Guardo un recuerdo muy especial de mi abuela, ya que aprendió a leer y a escribir en los periódicos de los señoritos sevillanos a los que les servía. Cuando se enfermó se fue deteriorando hasta quedar sin habla, sin apenas moverse y se fue quedando delgada, muy delgada. Desde aquí, en esta tribuna que me ofrece la vida, quiero agradecer a mi tía Dolores Olivero Quiroga y a mi prima Adelia Núñez Olivero por darle tan merecido cariño y por cuidarla tan bien, gracias eternas. 

Capplannetta con fundamento

Hoy le he hecho a mi psiquiatra una confesión acerca de la idea que tengo para llevar a cabo mis webs/blogs. Y le he dicho que me interesa hacer apología en contra de la estigmatización de los enfermos psíquicos. He añadido: como no tengo nada que perder emprendo esta lucha como ideal. El psiquiatra ha asentido respondiendo un sí. Y es la verdad, no me van a contratar en ninguna multinacional o empresa importante, tampoco quiero tener una posición en la vida relevante, y tampoco (de momento) no tengo ganas de tener pareja sentimental. Pero estas webs/blogs no sólo van a tratar temas de índole como la salud mental. También hablaré de inquietudes, anécdotas o experiencias acerca de un tema u otro. No quiero estar siempre dando el coñazo. Lo único que sé acerca de la psicología lo he leído o lo he aprendido de un documental. No soy un experto, es evidente. Pero sí me ha aconsejado el psiquiatra que escriba. Y eso haré. Además, es algo que no puedo evitar. Aunque estoy abriendo tantas veces mi corazón que resultaría muy fácil hacerme daño. Pero la gente es buena. La mayoría. Cuando comparto en las redes sociales aspectos delicados sobre mi persona la gente ni para bien ni para mal no opinan. Creo que están más preocupados con la política y problemas más importantes que existen en el mundo que de mi persona. Y tienen razón. Lo que escribo, con sólo que le sirva a una persona será mi papel todo un éxito. Esta web comenzó reseñando libros pero ha acabado por ser algo más que un libro. Es mi opinión, es mi razonamiento, a veces equivocado, es un dietario, una bitácora de mares tranquilos, o un ejercicio de ensimismado regocijo existencial. Bueno, la literatura también puede tener cabida en este lugar aparentemente apacible. 

Capplannetta y el asociacionismo

Cuando en Inglaterra plantearon el asociacionismo como una asociación de ideas, ya fueran éstas malas o buenas, dentro de las ideas o pensamientos ocasionales, no imaginaban tanta repercusión sobre la psique humana. Todos asociamos algo o alguien a un objeto, o a cualquier cosa. Y ese pensamiento o idea subyace asociado dejando en el enfermo cierta impronta entre relación y pensamiento invasor. Por ejemplo, a la hora de recurrir a la memoria siempre se asocian los recuerdos, con lo cual el olvido puede suponer una pérdida de connotaciones contraproducentes. Aunque se puede decir aquello de ¿por qué el olvido hace tanto ruido? Y ruido puede ser el olvido, pero mucho más suele serlo el recuerdo, la asociación de pensamientos turbadores guarda relación con la predisposición que éste tenga con su entorno particular, y su mundo cotidiano. Es como cuando utilizamos asociando recuerdos para recordar algún nombre o palabra difícil de recordar, o porque estamos nerviosos y no nos viene a la mente en esos momentos, puede usarse el asociacionismo como anzuelo -si se me permite el término- para ir a la pesca de palabras o nombres. El asociacionismo es un lastre y una herramienta más que nos procura la mente. En esta dicotomía se decantan estas preferencias involuntarias o no, o en estos reflejos que nos pone el cerebro en nuestra rutina. Puede darse en todos los aspectos de la vida, en la alimentación, en la vida natural, en el sexo, y un largo etcétera de manifestaciones en las que el asociacionismo juega un papel importante en nuestras vidas. Pero no sólo en las personas juega un papel importante, también los animales, y en nuestra relación con los animales. 

Ejemplo literario: la Magdalena de Marcel Proust, que después de introducirla en el té y después en la boca le vino el recuerdo del jardín de su abuela. Existen montañas de papel en negro sobre blanco sobre este hecho. Y montañas de papel sobre otros actos asociacionistas. Es parte de lo que yo llamo “parentesco de ideas”. Muchas ideas están relacionadas unas con otras, y algunas son un bonito recuerdo y otras pueden ser un peligro psicológico. El papel que juega el asociacionismo como potente recurso de la psique humana es algo que debe interesarnos, y a veces no dar importancia a según qué actos reflejo. Los recuerdos van en cadena hacia la asociación sea como sea.